Colaboración de Paco Pérez
JUAN, EL PRECURSOR
La
naturaleza nos enseña que nada es eterno y que, después de un tiempo, ocurren
cambios en todo como fruto de la evolución que se va operando. Las personas también
se ven afectadas por esos procesos de cambio y no nos equivocaríamos si
afirmáramos que, a veces, son buenos y necesarios para mejorar.
Si
cambiar es bueno y el Bautismo nos
pide que dejemos atrás al hombre viejo para que el nuevo pueda dar mejores
frutos cristianos… ¿Nos planteamos poner
en marcha esa realidad?
Jesús, hasta que se
acercó a Juan para ser bautizado,
vivió en un ambiente en el que se fue familiarizando con la problemática humana
de la familia, la sociedad, la religión y la política del lugar. Cuando acabó
su tiempo de aprendizaje se encaminó hasta el río Jordán, al lugar donde predicaba y bautizaba Juan, se acercó hasta él y le pidió el Bautismo. Juan no lo
había visto antes pero lo reconoció y dijo de Él, a quienes lo acompañaban en ese momento, las palabras que lo identificaban
como el Mesías. Las encontramos en JUAN 1, 29: [Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el
Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo.].
Juan era muy
popular y algunos decían de él que era el Mesías
que esperaban pero cuando lo vio venir hacia él no dudó en manifestar que Él sí era el Mesías anunciado y esperado por el pueblo y que él sólo le
correspondió ser el que venía delante para cumplir un encargo.
En
la escena del Bautismo de Jesús se nos muestra una visión clara
de lo que debemos hacer como cristianos: Se despojaban de sus vestimentas, así manifestaban públicamente que
habían cometido errores en el pasado
y que tenían el deseo de abandonar ese
comportamiento; después realizaban la inmersión
en el agua, acción que los limpiaba y después de recibirlo cada uno decidía
qué camino tomaba.
Isaías, cuando hablaba al pueblo cautivo, les comunicaba que había sido elegido
por Dios para ayudarles en la
cautividad y les expresaba que Él lo
empujaba a no conformarse con realizar
acciones transformadoras sólo con las personas más próximas sino con un
conjunto más amplio de ellas.
¿Nos hemos planteado, alguna vez, poner en
marcha ese consejo y proponer a otras personas que todos necesitamos cambiar?
Pasaron
muchos años y hoy podemos comprobar que en esa dirección también actuaba Pablo pero él, a pesar del rechazo que
padecía, nunca se cansaba de insistir. También se nos enseña que si el rechazo
es persistente el mejor camino es no insistirles y dejar que las personas hagan
lo que consideren mejor… ¿Abandonó Pablo
la población y el lugar donde predicaba?
No.
Lo que sí hizo fue no ir más a la sinagoga del lugar pero continuó predicando
en otro lugar y a otras gentes.
Hoy,
la figura de Juan “El Bautista” nos enseña cómo debemos
actuar cuando creemos en algo de verdad, él en Dios… ¿Y nosotros? ¿Por qué pregunto?
Porque
supo interpretar el mensaje y desarrollar una acción predicadora que ayudara a
la venida de Jesús y por eso, cuando
le llegó el momento anunciado y esperado, Juan
supo estar en el lugar que le correspondía para presentar a Jesús ante el pueblo y bautizarlo.
En
nuestros tiempos estamos acostumbrados a presenciar escenas en las que las
personas no servimos a Dios como lo hicieron
Isaías, Juan y Pablo… ¿Por qué?
Porque
ellos no actuaron empujados por el oportunismo del momento ni buscaron el
triunfo personal o el enriquecimiento, por eso no dudaron en proclamar la verdad y denunciar la injusticia. Los hombres de
nuestros tiempos que se dedican al mundo
empresarial o a la política son
ejemplos de comportamientos totalmente contrarios. Quienes manejan los hilos
económicos sólo se preocupan de obtener cada vez más rentabilidad y si en esa
carrera tienen que dejar sin trabajo o sin vivienda a una gran masa social pues ni se preocupan ni tienen
insomnio, todo lo contrario de aquellos a quienes arruinaron. Si hablamos de
los políticos pues no tienen
inconveniente en decir hoy una cosa y mañana la contraria, criticar a los ricos
y ponerse ellos unos sueldos gigantes, gastar lo ajeno sin orden y arruinar a España, presumen de amar la paz y la no
violencia pero después ellos ponen insoportable la convivencia, gritan contra
los dictadores y defienden la democracia pero nos imponen las cosas por la ley
del rodillo consensuado, ahora la moda es hablar de respeto a la naturaleza pero permiten que haya programas basura en TV
donde las personas no son respetadas,
son muy respetuosos con cualquier creencia religiosa (postura correcta) pero no
con la cristiana (acción incorrecta)…
Lo
que no voy a entender nunca es que quienes gobiernan mi “IGLESIA CATÓLICA” sigan consintiendo que los políticos se pongan sus trajes y corbatas para acompañar a los sacerdotes
en las procesiones, hablar durante
el tiempo que dura de todo menos de Dios
y, de paso, mejorar la imagen para sacar rentabilidad electoral en el futuro.
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