Colaboración de José Martínez Ramírez
Capítulo II
Cuando
acabó el concierto y la noche villargordeña tocaba a su fin, la Luna alumbraba la oscuridad de nuestras
calles y el coche, acostumbrado ya al ritual de nuestros regresos, pasó por los
pilares para transportarnos, ya de vuelta, a Mancha Real. Al llegar a casa,
como no tenía sueño, decidí dar forma a las sensaciones que viví esa noche en
nuestro pueblo.