Colaboración de José Martínez Ramírez
Es
todo tan cotidiano
que
hasta mi primo “Raspín”
brinda
con un botellín
de
la Cruzcampo, cada caso,
de
un nuevo capítulo ruin.
Su
sonrisa afable, D. Eduardo,
no
recordará que nos saludamos
en
la Castellana aquel fin
de
semana del mes de abril.