Colaboración de Paco Pérez
Los
hechos que concurrieron para que Jesús fuera crucificado, que su cuerpo sufriera las consecuencias humanas de esa acción, que muriera, que unos días después resucitara
como Él lo había anunciado
previamente y que durante cuarenta días estuviera
apareciéndose, estas acciones fueron el acto final necesario para que se consolidara en los apóstoles la comprensión de su mensaje sobre el “Reino de Dios”.
Las
apariciones a ellos durante esos
días fueron decisivas para que los incrédulos abandonaran sus dudas pues hasta
esos acontecimientos la creencia les flaqueaba pero por éstas asimilaron las
enseñanzas y recomendaciones que les dio durante estos días. Después de subir
al cielo recibieron lo que les prometió, la venida del Espíritu Santo, y ya salieron sin miedo a predicar al pueblo.
Lo
sucedido en estos días marcó el final
del modelo religioso que tenían y fue el comienzo
de un nuevo planteamiento, en éste no tenían acogida los ritos que en el Templo eran oficiados por unos sacerdotes sin escrúpulos
que seguían las rutinas y tradiciones ancestrales del “pueblo de Israel”.
Jesús, antes de la
“Ascensión”, se apareció de nuevo a
los once para darles las últimas instrucciones: Que fueran a todos los pueblos en misión evangelizadora para predicar y
bautizar a los que creyeran.
Les
dio una señal: Quienes acogieran su mensaje y se bautizaran recibirían unos
dones con los que podrían realizar unas acciones especiales, éstas servirían
para demostrarles que habían hecho bien los deberes y para
advertir a quienes se empeñaran en seguir sin creer que corrían el riesgo de
condenarse.
Pablo, ejerciendo la
labor evangelizadora encomendada,
instruía a los cristianos en los principios
del AMOR y la UNIDAD: Un Dios, un Espíritu, una fe, un bautismo, una esperanza, un pueblo… También les recordaba qué
debían hacer, a diario, al relacionarse
con las personas de su entorno: Permanecer
unidos en el Espíritu y así, empujados por la fe, deberían comportarse con humildad, comprensión, esfuerzo, amabilidad… ¿Por qué?
Dios regala a los
hombres unos dones y nosotros los deben utilizar trabajando por el Reino, con responsabilidad y desde el
encargo recibido, como evangelizadores, pastores, leñadores, carpinteros, maestros…
También les recordaba que el plan propuesto tendría éxito si todos trabajaban unidos
para buscar el perfeccionamiento de los cristianos y para ayudar a la Iglesia en su labor.
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