Colaboración de José Martínez Ramírez
Cada
madrugada, cuando sólo se escuche
en
la calle algún coche que pasa,
el
movimiento de algún vecino
y
tú duermas, iré a tu habitación.
Me
sentaré a tu lado a contemplar
cómo
respiras pausadamente,
me
beberé el calor que desprenda tu cuerpo,
después
te besaré la frente y te arroparé.
Y,
mientras cierro la puerta de tu habitación,
te
miraré de nuevo y susurraré cuánto te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario