miércoles, 16 de mayo de 2018

EL CINE


Colaboración de Paco Pérez
Capítulo VI
OTRAS ACTIVIDADES DEL LOCAL-I
En el “Cine Cervantes”, durante el invierno, además de la proyección de películas, el local ofreció a los villargordeños otras actuaciones artísticas: cantaores flamencos, bodas, compañías de teatro y algunas actividades culturales programadas por el Colegio o la Parroquia.
Cuando acabé con esa relación, mi mente no descansó y se puso a escudriñar en la despensa del pasado. Después de un tiempo de búsqueda regresó muy alborotada, la tranquilicé y más sosegada me comentó que había encontró arrinconado el recuerdo de la llegada de la televisión a nuestro pueblo pero ustedes se estarán preguntando… ¿Qué tiene que ver este recuerdo con el “Cine Cervantes”?

Considero que sí lo tiene porque en él fue donde, unos pocos niños y algún mayor, vimos por primera vez un “televisor” y no fue en nuestras casas. Se sabía que existía aquel avance pero a Villargordo no había llegado todavía, aunque algunos no lo quieran creer. Eran tiempos de dificultades económicas, no se podía invertir en ella y por eso no había en las casas, entonces la única señal de TV la ofrecía TVE en “blanco y negro” y por eso se decía de ella este comentario irónico: Es la mejor televisión de España. José MarfilEl Niño H”, en aquellos años, se había especializado como técnico de TV y había logrado montar una televisión en su taller profesional de la calle Ángel Méndez. Un atardecer, creo que fue en otoño o invierno por el ambiente fresco que hacía en la calle mientras veíamos las imágenes, José abrió la puerta de entrada al cine, la que había junto a la taquilla para la venta de las entradas, y en la parte interior del local apareció funcionando un televisor ofreciendo imágenes. Rápidamente se cundió la noticia, los niños acudimos y lo que vimos nos dejó gratamente impresionados. Al regresar a casa conté las maravillas de lo que había presenciado. Al día siguiente la noticia se cundió por el pueblo y, por esta acción, José (que era un hombre muy bueno, servicial y desinteresado) recibió el reconocimiento profesional que se merecía y todos los vecinos supieron, sin necesidad de publicidad, adónde tenían que ir a comprar sus televisores cuando pudieran gastar dinero.
Un tiempo después hubo un partido internacional de fútbol en Madrid y en él se enfrentaban las selecciones nacionales de España y Marruecos, fue en el año 1961, José convocó a los aficionados que desearan verlo en el “Cine Cervantes”.
A la hora prevista un televisor estaba instalado junto a la barandilla de la terracilla donde estaba la cabina del operador, la sala del cine estuvo llena, todos los que acudimos estábamos de pie y dándole la espalda a la pantalla, así fue como viví mi primera experiencia de un partido de fútbol televisado.
También hubo ocasiones en los que grupos de artistas profesionales viajaban hasta los pueblos haciendo las actividades conocidas popularmente como “bolos”. En estos desplazamientos un grupo de ellos formaban compañía y viajaban de una población a otra mostrando al público su especialidad, lo hacían durante la época de la aceituna porque los vecinos tenían en esas fechas trabajo y, como es lógico, más posibilidades de poder gastar dinero en los espectáculos que estos señores les ofrecían en su propio pueblo.
En una de estas actuaciones visitó el local de este cine el inigualable Antonio Molina. Yo era en aquellas fechas muy joven pero recuerdo bien como pasaban estas personas el tiempo libre que tenían desde su llegada hasta la hora de la actuación por la noche, lo pasaban tomando café y jugando al dominó o al tute en la Cafetería-BarGafas”. Dulce Marfil Castellano también recuerda aún la visita de este señor y su grupo de cante.
Según ella, en otra ocasión vino al pueblo una compañía de actores que se anunciaban con el nombre de “Teatro Cabrera” y parece ser que sus representaciones gustaron mucho en nuestro pueblo, de esta noticia yo no conservaba ningún recuerdo. Por su buen hacer profesional este grupo de actores fue muy bien acogido aquí y por esa razón permanecieron entre nosotros durante el mes de mayo. Una noche, al acabar su representación, anunciaron a los asistentes su marcha y como a los espectadores presentes no les agradó la noticia pues les pidieron que no se fueran e incluso hubo quienes les ofrecieron un pedazo de tierra para que sembraran un melonar.
En esa época, gracias a estos grupos artísticos, apareció en Villargordo un bailarín autodidacta, nuestro popular LuísEl Lelo”.  
Cuando los artistas aparecían por el pueblo su madre hablaba con el responsable del grupo y acordaba con ellos que en esas actuaciones bailara su hijo Luís en el descanso y al final. Así fue cómo comenzó a mostrar al pueblo sus cualidades naturales.
En el “local de verano” también hubo actuaciones artísticas. Recuerdo que en una noche calurosa se ofreció la representación de una “actuación circense”. No recuerdo el nombre artístico del grupo pero sí conservo vivas las imágenes de la actuación estelar de la noche, en ésta actuaba un forzudo que fue presentado al público asistente, a bombo y platillo, como “El gran Sansón”.
Este artista apareció en escena con el torso desnudo para mostrar a los asistentes el desarrollo muscular que tenía y causarles un fuerte impacto. De su actuación sólo recuerdo dos números. En el primero los ayudantes comenzaron a colocar en el suelo, ante los asistentes, unas barras de hierro de varios grosores y a continuación el presentador, para darle más mérito al artista, fue comunicando las dificultades que encontraría “Sansón” para realizar su trabajo con ellas. A continuación salió él, hizo gestos musculosos para impresionar al público, se acercó a los hierros, cogió con ambas manos una barra por sus extremos, la sujetó, abrió las piernas, la elevó con ambos brazos, una vez arriba le aplicó los efectos de su fuera y la barra comenzó a encorvarse lentamente hasta que la transformó en una horquilla. Al mostrar al público lo que había hecho con ella éste se lo reconoció y lo aplaudió con entusiasmo mientras dejaba el resultado de su esfuerzo en el suelo.
A continuación cogió otra pero en esta ocasión el trabajo fue diferente. También sujetó uno de sus extremos con una mano y con la otra el contrario pero ahora fue enroscando la barra en el otro brazo, hasta que consiguió convertirla en un muelle. Si el otro número nos causó impacto el recibido por éste fue más grande.
Mientras el artista se tomó unos minutos de descanso sus ayudantes extendieron en el suelo dos sogas, cada una de ellas estaba engarzada a una anilla metálica de un estimable grosor. Después pidió el presentador que salieran al escenario diez voluntarios forzudos y, cuando lo logró, los reunió según su constitución física en dos grupos equilibrados de cinco. A continuación distribuyó a los componentes de cada grupo en una soga y, cuando estuvieron situados, el forzudo “Sansón” colocó cada anilla en uno de sus brazos. Después cruzó los antebrazos para sujetar con cada mano el codo contrario. Cuando estuvo preparado, el presentador ordenó a los voluntarios que fueran tensando con suavidad las sogas y que se posicionaran en situación de tiro. Estando preparadas las partes les pidió que comenzaran a tirar cuando él le diera la señal. “Sansón”, a pesar de recibir esas fuerzas contrarias, no cedió y tampoco se movió de su posición pero en unos minutos los grupos de cinco fueron arrastrados de manera alternativa a voluntad del forzudo, el presentador resaltaba con voz enérgica lo que hacía y el público se entusiasmaba mientras aplaudía pero no se percataba de que el mérito de lo que hacía “Sansón” estaba en sumar su fuerza al grupo que él deseaba y por eso se los llevaba de un lado a otro.







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