jueves, 3 de mayo de 2018

LAS LLAMAS DE LOS TRONCOS


Colaboración de José Martínez Ramírez
II

Antes de arder la encina
sus hojas eran fuertes,
vigorosas y con espinas.

Ese árbol, en ciernes
de vivir una larga vida,
se truncó aquel día
y, no sé, quizá fue viernes.

En él, un hacha maldita
mordió su alma divina
para que infinitos trenes
pasaran haciéndola harina.

Entre aquellas cenizas
no quiero que se vulneren
los órdenes de la vida.

Encontré una rama fina
y, como a quien muere,
la enterré entre olivas.

Pasaron años sin alegría,
hoy fui y la vi de frente,
había brotado mi encina.


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