Colaboración de José Martínez Ramírez
Capítulo I
Cuando
me bajé del coche que me trasladó desde mi lugar de residencia para asistir al
concierto, me dio un bofetón tremendo el verano de Villargordo. Con mi maltrecho tobillo llegué al “Recinto Ferial”, eso sí, con mucha alegría.
Una vez en su interior comprobé pronto que por allí estaban todos los que yo
esperaba y deseaba encontrar, no faltaba ninguno.
Los
saludos fueron múltiples y permanentes, ese el tributo que hay que pagar por
tener tantos amigos y conocidos y, además, vivir en Mancha Real y visitar el
pueblo de higos a brevas.
Me
topé nada más llegar con los incombustibles:
Luís Cazalla y su mujer Luisa, otra que no envejece; Manuel Antonio Pérez y Raquel, nieto de
D. Luís e hijo de D. Francisco y Mari; mis amigos de la infancia Tomás Crespo, Cayetano Moreno (aunque es más rubio que el Sol), Antonio Jesús Sampedro y sus contrarias.
Con
estos últimos ocurrió lo de siempre, me invitaron de inmediato a un “Gin Tónic” y lo fui tomando con placer mientras
ellos no dejaban de contarme cosas. Cuando terminó el concierto advertí que me
habían trincado cuarenta y ocho euros, atraco perpetrado en forma de “vasos con hielo y alpiste”… ¡Menos mal que nos vemos cada dos o tres años!
Disfrutando
del ambientazo que había di vueltas como una peonza y fui de un sitio para otro
saludando a muchas personas encantadoras, me alegré mucho de poder hacerlo. He
comenzado nombrando a estos cuantos por la sencilla razón de que son los que más
putadas me han gastado, lo hago para no olvidar sus acciones reprochables y, de
paso, para exponer que los añoro porque me lo paso bomba con ellos.
Me
agradó mucho encontrarme con nuestro cantante-monstruo
local, ese que estuvo algunos años trabajando en el grupo de teatro “La Cuadra”, de Sevilla. Mi muy querido Miguel López. También compartí charla
con Juanito “Pancho” y con sus cuñados, Felipe
y esposa.
El
que tampoco faltó a la cita fue Juan
Benigno Agudo, más conocido como JB. Lo hizo con su inconfundible figura desaliñada; comunicándose con
su habitual patosidad; acompañado de su inseparable cámara de fotos al hombro
para inmortalizar la noche y, como no podía ser de otra forma, carganteando un
poco. Por cierto, ha colgado en las redes más de doscientas fotos del evento.
Echamos
mucho de menos, al no poder acompañarnos, a nuestros queridos amigos Manoli Marroquino y a su marido porque
ella está ahora malita, pronto se va a recuperar y entonces (cuando llegue ese
día) temblaremos más de uno.
En
mi continuo deambular por el recinto saludé a los músicos locales que iniciaron
el concierto como teloneros, los felicité por su actuación, hablamos de temas
variados y también recordamos a José y Benjamín Carretero, padre y tío de Paco.
El
concierto fue una maravilla en todos
los sentidos porque el ambiente fue muy bueno; porque el aforo estuvo al
completo y porque “Medina Azahara”
estuvo en su línea.
No
digo nada porque sus muchos años de éxitos lo dicen todo ellos, creo que estuvieron
divinos y nos regalaron su profesionalidad, oficio y corazón. Me encantaron sus
guiños a “Módulos” y a “Triana” y lo que más me gustó de él fue
que terminó sin cosas raras y por eso no quiero pasar por alto la labor
maravillosa que desempeñaron las “Fuerzas
de Seguridad del Estado” y la “Policía
Local”, ambas actuaron en perfecta sintonía. Con su buen hacer conjunto
velaron por nuestra seguridad y consiguieron que nadie alterara el buen
ambiente reinante. Lo que “no pudieron
impedir” fue que algunos se tuvieran que ir a casa a gatas con las primeras
luces del nuevo día y que se alterara algo la calma ambiental cuando aparecía mi
querida sobrina-política Angélica
Expósito.
Ella
no hacía nada raro pero lo ocasionaba su sonrisa, la que
se mostraba allá por donde pasaba y entonces se paraba el tiempo con esa
aureola de paz y simpatía que siempre la acompaña y que regala a sus
interlocutores. Mientras estás con ella percibes
que esa cualidad la envuelve y que con ella alumbra el entorno a su paso y
donde está. Si hubiera muchas damas así el Sol quedaría anulado y su presencia
en el Universo ya no tendría sentido.
Creo
que el concierto fue un éxito total, no tengo dudas, y a ello contribuimos
todos: La presencia masiva del público, su participación en muchas de las
canciones, el orden público, la convivencia, el esmerado servicio y la
organización.
Todo
lo vivido en esa noche villargordeña fue una mezcla agradable de calor
ambiental; muchos saludos y abrazos, aderezados éstos con la ingesta de “fresquitos” abundantes y un ambiente
musical muy agradable, ocasionado por las notas que salían del trato
profesional delicado que recibían los instrumentos en manos de los componentes
de los grupos musicales.
Estamos
acostumbrados en nuestros días a buscar culpables para todo, porque todo está
mal, pues como en este acto todo estuvo perfecto también es justo seguir la
moda y buscarle su culpable.
Pues
bien, de todo esto tuvo la culpa el joven empresario local Manolo Martínez González. Opino así porque me gustó mucho que
dentro del evento tampoco faltara el recuerdo de su madre. Éste gesto apareció
cuando le dedico, a través del grupo actuante, una canción muy emotiva a su
difunta madre Capilla González, que
en paz descanse. Querido sobrino… ¡Muchas
felicidades!
He
querido dejar para el final unas anécdotas mías, las protagonicé como fruto de
algún “Gin Tónic” que otro y de
algún que otro “vaso con cubitos”.
De estos últimos no tengo las ideas muy claras y por ello no puedo afirmar si éstos
iban solos o acompañados. Saludé esa noche a tantos amigos que… ¡Ellos tuvieron la culpa de todo lo anterior
y de lo que viene ahora!
Cuando
me pongo a gusto, si no suelto una de mis cosillas ya no puedo dormir. Pero esa
noche no solté una, fueron dos.
Dije
que el servicio fue muy bueno y lo mantengo. Lo menciono de nuevo para
ensalzar, de manera especial y en positivo, la labor honrada de Antonio “Bizcocho” cuando intente escaquearle un cubata y no lo pude
conseguir, señal inequívoca de que estaba atento a su trabajo.
La
otra anécdota ocurrió cuando estaba Rosario,
mi amada esposa, usurpando el protagonismo a JB y tratando de fotografiarme,
junto al cantante del grupo y a mi hermano Luís. Estando en la previa de la
pose me vino la idea y le dije:
-
Oye, Manolo… ¿Me recuerdas?
-
No, no caigo –me contestó el cantante.
-
Hace unos treinta años asistí a un concierto vuestro –le aclaré.
-
Pues no me acuerdo… ¡Hace tanto tiempo!
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