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sábado, 18 de enero de 2020

JESÚS, EL ANUNCIADO POR LOS PROFETAS



Colaboración de Paco Pérez

JUAN, EL PRECURSOR
La naturaleza nos enseña que nada es eterno y que, después de un tiempo, ocurren cambios en todo como fruto de la evolución que se va operando. Las personas también se ven afectadas por esos procesos de cambio y no nos equivocaríamos si afirmáramos que, a veces, son buenos y necesarios para mejorar.
Si cambiar es bueno y el Bautismo nos pide que dejemos atrás al hombre viejo para que el nuevo pueda dar mejores frutos cristianos… ¿Nos planteamos poner en marcha esa realidad?

Jesús, hasta que se acercó a Juan para ser bautizado, vivió en un ambiente en el que se fue familiarizando con la problemática humana de la familia, la sociedad, la religión y la política del lugar. Cuando acabó su tiempo de aprendizaje se encaminó hasta el río Jordán, al lugar donde predicaba y bautizaba Juan, se acercó hasta él y le pidió el Bautismo. Juan no lo había visto antes pero lo reconoció y dijo de Él, a quienes lo acompañaban en ese momento, las palabras que lo identificaban como el Mesías. Las encontramos en JUAN 1, 29: [Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.].
Juan era muy popular y algunos decían de él que era el Mesías que esperaban pero cuando lo vio venir hacia él no dudó en manifestar que Él sí era el Mesías anunciado y esperado por el pueblo y que él sólo le correspondió ser el que venía delante para cumplir un encargo.
En la escena del Bautismo de Jesús se nos muestra una visión clara de lo que debemos hacer como cristianos: Se despojaban de sus vestimentas, así manifestaban públicamente que habían cometido errores en el pasado y que tenían el deseo de abandonar ese comportamiento; después realizaban la inmersión en el agua, acción que los limpiaba y después de recibirlo cada uno decidía qué camino tomaba.
Isaías, cuando hablaba al pueblo cautivo, les comunicaba que había sido elegido por Dios para ayudarles en la cautividad y les expresaba que Él lo empujaba a no conformarse con realizar acciones transformadoras sólo con las personas más próximas sino con un conjunto más amplio de ellas.
¿Nos hemos planteado, alguna vez, poner en marcha ese consejo y proponer a otras personas que todos necesitamos cambiar?
Pasaron muchos años y hoy podemos comprobar que en esa dirección también actuaba Pablo pero él, a pesar del rechazo que padecía, nunca se cansaba de insistir. También se nos enseña que si el rechazo es persistente el mejor camino es no insistirles y dejar que las personas hagan lo que consideren mejor… ¿Abandonó Pablo la población y el lugar donde predicaba?
No. Lo que sí hizo fue no ir más a la sinagoga del lugar pero continuó predicando en otro lugar y a otras gentes.
Hoy, la figura de JuanEl Bautista” nos enseña cómo debemos actuar cuando creemos en algo de verdad, él en Dios… ¿Y nosotros? ¿Por qué pregunto?
Porque supo interpretar el mensaje y desarrollar una acción predicadora que ayudara a la venida de Jesús y por eso, cuando le llegó el momento anunciado y esperado, Juan supo estar en el lugar que le correspondía para presentar a Jesús ante el pueblo y bautizarlo.
En nuestros tiempos estamos acostumbrados a presenciar escenas en las que las personas no servimos a Dios como lo hicieron Isaías, Juan y Pablo… ¿Por qué?
Porque ellos no actuaron empujados por el oportunismo del momento ni buscaron el triunfo personal o el enriquecimiento, por eso no dudaron en proclamar la verdad y denunciar la injusticia. Los hombres de nuestros tiempos que se dedican al mundo empresarial o a la política son ejemplos de comportamientos totalmente contrarios. Quienes manejan los hilos económicos sólo se preocupan de obtener cada vez más rentabilidad y si en esa carrera tienen que dejar sin trabajo o sin vivienda a una gran masa social pues ni se preocupan ni tienen insomnio, todo lo contrario de aquellos a quienes arruinaron. Si hablamos de los políticos pues no tienen inconveniente en decir hoy una cosa y mañana la contraria, criticar a los ricos y ponerse ellos unos sueldos gigantes, gastar lo ajeno sin orden y arruinar a España, presumen de amar la paz y la no violencia pero después ellos ponen insoportable la convivencia, gritan contra los dictadores y defienden la democracia pero nos imponen las cosas por la ley del rodillo consensuado, ahora la moda es hablar de respeto a la naturaleza  pero permiten que haya programas basura en TV donde las personas no son respetadas, son muy respetuosos con cualquier creencia religiosa (postura correcta) pero no con la cristiana (acción incorrecta)…
Lo que no voy a entender nunca es que quienes gobiernan mi “IGLESIA CATÓLICA” sigan consintiendo que los políticos se pongan sus trajes y corbatas para acompañar a los sacerdotes en las procesiones, hablar durante el tiempo que dura de todo menos de Dios y, de paso, mejorar la imagen para sacar rentabilidad electoral en el futuro.

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