Colaboración de José Martínez Ramírez
Un
día subí a un tren para un viaje largo pues siempre me gustó desplazarme en este
medio debido a que en él me siento como en casa debido a que los viajeros se
muestran cercanos pues durante ese tiempo todos se comportan como una familia que
se ve cada veinte años y porque son gentes con sus anhelos y sus dramas, sus
sueños y sus angustias… Además de todo eso se empapa uno de los paisajes, de
cómo cambia el campo de colores a medida que se aleja, de las sierras y sus grandes
barrancos o de algún animalillo que se queda mirando a esa cosa que perturba su
existencia tranquila.
Estas
vivencias las tuve después de tener entre mis manos un libro de Juan Luis González-Ripoll, ese escritor
que narra vidas antiguas de las sierras de Cazorla, Segura y las Villas y,
estando absorto en ese viaje placentero, sonó el timbre del móvil para avisarme
de que había llegado un nuevo mensaje a él, esos inoportunos que informan sobre
las noticias de actualidad que se van produciendo, lo abrí y leí esto: [Los males de los españoles han llegado a su fin pues ha
acabado el terrorismo en todas sus formas, el “Golpe de Estado” de los “independentistas
catalanes” ya está solucionado y también el que estaban preparando los
independentistas vascos para un futuro próximo. No hay ningún parado laboral,
los inmigrantes llegan por miles debido a que el Gobierno les tiene asegurado a
todos trabajo y vivienda al llegar por avión y se prescinde de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
porque todo el mundo es honesto y ya no se cometen hechos delictivos.].
Al
leerlo me quedé muy sorprendido e inmediatamente le pregunté al contacto:
-
¿Por qué nos han venido tantas cosas
buenas en tan pocos días?
Él
debía de estar muy desocupado en esos momentos y me contestó de inmediato:
-
Parece ser que la solución llegó después de cambiar de nicho al General Franco.
Cuando
leí el argumento que me dio me quedé helado después reflexionar sobre esa
realidad y me dije: Mira tú, qué fácil lo teníamos y no nos hemos dado cuenta de
esa solución hasta cuarenta y cinco años
después de su entierro… ¡Menuda Nación
de torpes estamos! ¡Menos mal que
siempre nos aparece algún genio en la política y le encuentra las soluciones a
nuestros problemas reales!
Cerré
los ojos, me cabreé, husmeé por la mar
de Internet para dar con temas que estuvieran relacionados con los hechos
de la inhumación de Franco y, después de unos minutos de
fisgoneo, me tropecé con una noticia cuyo contenido desconocía: [El tren de la muerte.]. Era el título
de un libro que escribió Santiago Mata
hace unos años y del que nunca tuve noticias.
En
esas investigaciones aprendí que los días 11 y 12 de agosto de 1936 dos trenes
partieron de Espeluy (Jaén) con personas que habían estado retenidas
en la Catedral y, al ser tantas, se
corría el riesgo de que pudieran ocurrir desgracias. Para evitarlo, el Gobernador Civil hizo gestiones ante
las autoridades y le permitieron los dos traslados en tren de esos días hasta
la prisión de Alcalá de Henares.
El
del día 11 transportó 322 presos, fueron custodiados por unos 40 ó 50 Guardias Civiles y algunos milicianos. Al llegar a la Estación del Mediodía el jefe de las “milicias ferroviarias” mandó detener el
tren, hizo bajar a 11 personas y, por el delito de ser terratenientes o de
derechas, los fusilaron en unas tapias próximas. Después reanudó su marcha y el
resto llegó a la prisión.
El
día 12 llevaron hasta Espeluy otras 245
personas y las custodiaban 50 Guardias
Civiles. Esta vez el tren no pasó por Atocha
y los hechos que sucedieron al pasar por la estación de Santa Catalina (Vallecas-Madrid)
fueron los que sirvieron a Santiago Mata
para escribir “El tren de la muerte”.
En Internet está a disposición del lector
esta reseña del contenido de ese
libro:
[El tren de la muerte fue la primera gran matanza pública
de civiles de nuestra guerra. El 12 de agosto de 1936 un tren procedente de
Jaén era inmovilizado por grupos de milicianos en un apeadero cercano a
Vallecas. Sus pasajeros, más de doscientos hombres y una mujer, detenidos en la
provincia andaluza por su filiación política de derechas o su catolicismo, ya
que el principal de ellos era el obispo de Jaén, estaban siendo conducidos a la
cárcel de Alcalá de Henares. Ante la presión de los milicianos, el gobierno
accedió a que los presos fueran fusilados. Sólo lograron escapar unos pocos que
más tarde contaron su espeluznante historia.
Santiago Mata ha llevado a cabo una
exhaustiva investigación, ciñéndose a los documentos y a los hechos, y ha
entrevistado a uno de los supervivientes, para lograr explicar qué ocurrió
exactamente y por qué más tarde el bando franquista prefirió olvidar este
terrible episodio.].
Quieñes
lo deseen puede consultar la información en:
-
La causa General. Páginas 177-178.
–Wikipedia.
–
El libro de Santiago Mata
Stanley G.
Payne
comenta en el prólogo: [Este libro no
construye ninguna «memoria» subjetiva, sino que presenta los datos de la
historia misma.].
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