Colaboración de Paco Pérez
MEDITAR, ORAR Y CAMBIAR
Tener FE es una necesidad porque sin ella es complicado darle sentido a los actos
de nuestra vida.
Esta realidad queda probada cuando el Señor habló con Abrahán, le prometió hacerlo cabeza de una gran familia y la comparó con el número de estrellas del cielo, en ese momento él y Sara eran ya personas muy mayores y no tenían hijos. Por estas dos realidades la noticia era difícil de entender pero Abrahán tuvo FE, creyó y el Señor quedó complacido. Después planteó al Señor conocer dónde iba a vivir con ella pues lo había abandonado todo en Ur de Caldea, su lugar de nacimiento y vivía errante porque había tenido que separarse de su sobrino Lot para evitar problemas.
El Señor no respondió a Abrahán de inmediato, cuando lo hizo fue sin presencia física y tras una larga
espera, el sol se puso, vino la oscuridad, un sueño profundo lo invadió y una
antorcha horneó los animales descuartizados. El Señor no necesitó para mostrarse un palacio, le bastó un lugar cualquiera;
allí hizo su alianza con Abrahán y le indicó la tierra que daba a sus descendientes.
Una vez más se nos enseña que, a veces, las cosas
que nos pide el Señor son incomprensibles para nosotros pero, a pesar de ello, nuestra
respuesta debe estar impulsada por la FE y la confianza en Él.
Cuando Jesús comenzó su andadura les hablaba comunicándoles sus preocupaciones cotidianas y sin emplear palabras
ni expresiones hechas por otros; sin hacer gestos llamativos sino mostrándose con humildad y sinceridad. Durante sus años de vida pública tuvo una gran preocupación, hacernos comprender que Dios es el Padre de todos y que el día que comprendamos esa realidad ya no percibiremos su mensaje
como algo teórico, comenzaremos a comportarnos como una familia unida y la vida
será digna y feliz para todos.
Nos enseñó que debemos orar retirándonos a un lugar apartado para encontrarnos a solas con el Padre pues así lo
haremos por necesidad, no por rutina u obligación, y sin hablar pues así nos será más fácil comprender qué espera de nosotros, fortalecerá
nuestra FE y caminaremos guiados por Él.
Sus peticiones las hacía confiando
totalmente en Dios pues sabía que es bueno, que nos ayuda y que nos salva porque para Él las personas somos lo más importante, más que las ofrendas que le hagamos y más que visitar el
domingo el templo.
José Antonio
Pagola dice: [Jesús capta a Dios en medio
de la vida y lo capta como presencia
acogedora para los excluidos, como fuerza
de curación para los enfermos, como perdón
gratuito para los culpables, como esperanza
para los aplastados por la vida.].
Jesús comprobó que, a pesar de esforzarse tanto en la evangelización, la FE de sus seguidores y discípulos era inferior que la de algunas personas que nunca lo habían escuchado y por esa razón me pregunto… ¿Por qué presenciaron Pedro, Juan y Santiago la Transfiguración de Jesús? ¿Es posible que fuera una experiencia necesaria para que mejoraran su FE y se cumpliera el anuncio que Jesús les había hecho ocho días antes?
Leemos Lucas 9, 27: [En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí
que no gustarán la muerte antes que vean el Reino de Dios.].
En ella les mostró una visión extraordinaria en la que aparecían junto a Jesús dos personajes bíblicos que nos enseñaron el camino del Reino con su ejemplo de vida, Elías y Moisés. La escena reportó a los discípulos una sensación de paz y felicidad que no hubieran deseado abandonar nunca… ¿Por qué?
Es imposible afirmar algo sobre las cosas de Dios y acertar
porque se escapan de nuestro entendimiento pero si aparecen Elías y Moisés, hombres que
tuvieron una gran FE y trabajaron sin miedo por su causa, hablando con Jesús de su futuro
es porque estaban en la presencia del Padre y eso nos debe animar a imitarles si queremos acompañarles.
De lo que no hay
duda es que Dios confirmó, una vez más, desde la nube quién era Jesús:
[Este es mi Hijo, el escogido; escuchadlo.].
Pablo, un tiempo después, aconsejó a
la comunidad de Filipos que se comportaran con honestidad y
humildad, caminos que nos enseñó Jesús y que llevan al cielo, y que
se apartaran de quienes lo rechazan porque éstos sólo se preocupaban de lo que no
perdura y porque practicaban un culto que consistía en observancias
que sólo eran tradiciones sobre alimentos y fiestas.
En nuestros
tiempos los ritos y las prácticas de quienes no siguen a Jesús
son diferentes: La riqueza, porque suele explotar al pobre; el poder
gobernante que oprime y discrimina y el egoísmo, individual o
colectivo, que nos hace vivir cautivos en un mundo muy corrompido.
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