Colaboración de Paco Pérez
Capítulo III
VIAJANDO EN “EL TREN DEL RECUERDO”
¿Por qué tenemos tan maravillosos recuerdos
de la celebración navideña de antaño los mayores?
Porque
en aquellos años la penuria era tan grande que todo escaseaba, hasta había pocas
fiestas. Ahora es todo lo contrario, tenemos la suerte de que hay de todo y casi
todos los días celebramos una fiesta, el “Día
internacional de…” está tan introducido que ya no hay huecos en el
calendario para colocar otro nuevo. No vamos a mencionarlos aquí porque no
habría espacio suficiente y porque me opongo a que nos hayamos relativizado
tanto que nos volcamos con todas estas cosillas, incluidos los lazos, y le damos
la espalda en estas fechas a lo que realmente tendría que ocupar nuestro centro
de interés con toda su grandeza: [El
recuerdo de que nació un hombre que, a su vez era Dios, que nos enseñó sin
violencia el nuevo comportamiento hacía el prójimo, Jesús.].
Pues
bien, esta celebración cada vez tiene menos sentido cristiano porque ha aumentado
en la sociedad el impacto mundano del “comercio”
debido a que éste sólo está interesado en potenciar este nuevo modelo por sus
intereses económicos. Los cristianos somos poco creyentes y muy dóciles corderos,
tanto, que los comercios nos
arrastran con su propaganda, adornos y música a dónde les interesa a ellos. En
noviembre ya fue tiempo de música navideña pero… ¿Hemos pensado qué ocurriría si los cristianos nos pusiéramos de acuerdo
para no comprar en estas fechas con espíritu compulsivo y sí con humildad?
Ganaríamos todos porque
nuestra economía mejoraría al
comprar sólo lo esencial, retornaríamos
al verdadero sentido del tiempo bíblico navideño, en los hogares flotaría el calor de la familia unida, acudiríamos a los templos parroquiales
con verdadero sentimiento cristiano y Jesús,
cómo no, se sentiría feliz de
recoger los frutos de su siembra. Sé que este planteamiento es una utopía pero considero
que debemos luchar para que la comprensión del hecho religioso inspirador mejore
y así todo pueda cambiar.
Debemos
reconocer que lo que había antes ayudaba, aunque fuera imperfecto, pero lo que
tenemos ahora está tirando por tierra la verdad de aquel suceso porque lo hemos
convertido en un día de descanso más y, por si no hubiera suficiente con la
deriva sufrida, ahora algunas autoridades concretas procuran, por su no
creencia, montar manifestaciones sobre el tema que están sirviendo para
ridiculizar nuestra creencia al modificar las circunstancias y los hechos que
ocurrieron en Belén sobre el “Pesebre”.
En
el pasado se montaba en nuestra parroquia con la intención de recrear lo mejor
posible cómo fue el lugar donde ocurrió, quienes fueron sus protagonistas,
utilizaban recursos ornamentales obtenidos del entorno, hacían muy poca
inversión comercial pero lo más importante era… ¡¡¡La ilusión que regalaba!!!
Ahora
se hace sin recargo de elementos y con costosas figuras pero, la verdad, sin
causar impacto emocional en la feligresía porque en muchas casas, tal vez, haya
algunos más costosos y complejos.
Entonces,
la noche del 24 las familias se reunían en las casas, cenaban, cantaban,
paseaban por las calles canturreando “villancicos”
sin temer al frío para pedir en las casas el “aguinaldo”, iban a la “Misa
del Gallo” y después continuaban con la celebración. Ahora hay poco
ambiente de aquellas características en las familias, en las calles y en el
templo. Todavía queda algo en algunas familias pero dentro de no muchos años, cuando desaparezcamos los del DNI arrugado…
¿Permanecerá o desaparecerá la vieja tradición?
Deseo
que esta evocación ayude a no olvidar lo que éramos hace unos años, que sirva
de siembra, que mejore la situación de nuestra vivencia religiosa y que la
celebración tradicional no se pierda.
Para
finalizar voy a recordar, brevemente, que en aquellos años de dificultades
económicas muchos profesionales editaban unas “Felicitaciones de Navidad y Año Nuevo” y la repartían entre los
vecinos… ¿Para qué?
Porque
sabían que al entregarlas en las casas las señoras les daban un regalillo.
Un
día recordaba con Tomás Lendínez García
aquellos inolvidables años de nuestra infancia y juventud, mientras tomábamos
nuestra habitual dosis cafetera matinal. En transcurso de ella le pregunté si tenía
alguna de aquellas estampas guardada y se comprometió a buscar entre sus
archivos. Unos días después me trajo lo pedido y os lo muestro para que los
jóvenes conozcan cómo eran.
En
las grandes ciudades había muchos profesionales y todos las editaban pero en
nuestro pueblo el tema era tan reducido que estos ejemplares eran repartidos sólo
por los “serenos” y los “carteros”… ¡¡¡Que disfruten con su recuerdo!!!
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