VIAJANDO
CON
DON
RECUERDO
Colaboración de Paco Pérez
POR EL AMOR A LA
“REINA”(II)
Capítulo V
Una vez más el “Bar Deportes” se convierte en pista de aterrizaje para el vehículo
de mi mente, esta vez aterrizo sin pedir permiso a los controladores aéreos de
la torre de mando… ¿Por qué lo hago así?
Porque estábamos en pleno mes de agosto,
había que escudriñar en el pasado y por ello, como me imaginé que quién estaría
en ese momento de servicio se habría quedado dormido junto a la máquina del
café pues di por hecho que me agradecería más que no lo molestara solicitándole
un servicio, como seguía suponiendo cosas pues me imaginaba que sería el de
siempre el que tendría que atender la petición que le hiciera, el incombustible
Blas Castellano hijo y entonces decidí no molestarlo para que descansara. Esa fue la razón que le dio mi padre cuando se
acercó, una hora más tarde de lo habitual, a tomar el café corto que
acostumbraba pedir siempre y él se lo recriminó con su pregunta de amigo, formulada
con todo el respeto pero no exenta de su habitual parsimonia:
- Has llegado tarde a la partida… ¿Dónde te has metido? Ya llevan jugando
un buen rato los dos de marras, Juan
José “El Bendito” y Juanito “Letras”.
Juan José es el primero y mi abuelo está detrás.
La verdadera razón que hubo para que mi padre
retrasara el tomar el café a la llegada, cambiando sus hábitos, estuvo motivada
por la gresca que tenían montada los dos contendientes a esa temprana hora de
la tarde, era la primera partida y ya estaban muy calientes. La verdad es que Juan José tenía la partida ganada y Juanito pensaba lo imposible para no
perderla, que le ahogara era su única y última esperanza. Como Juan José era consciente de que esa era
su intención pues le recriminaba su proceder incorrecto y le pedía que se
tirara porque así quedaría como un caballero. Juanito le respondió así a su petición:
- Eso jamás, me tienes que matar porque no olvides
nunca loque te voy a decir… ¡¡¡El
Alcázar no se rinde!!!
- Claro, pero era el Alcázar y tú no eres el que dijo esas palabras… ¡¡¡Jaque mate!!!
- Ahora sí me tiro, antes no.
Cuando comenzaron a poner las piezas para la
siguiente partida mi padre se levantó para tomar el café. Al regresar comprobó
que el enfrentamiento estaba muy lento, era Juanito el que lo ponía así porque no se podía permitir la licencia
de perder una segunda partida y además, así intranquilizaba a Juan José. Los espectadores llegaron
poco a poco, se fueron sentando a su alrededor y el ambiente ya estaba tomando
aire de plaza de toros. Unos daban la razón a Juan José cuando se quejaba y otros defendían a Juanito mientras argumentaban:
- El ajedrez es un juego para pensar y lo que hace
Juanito es correcto.
Juan
José,
que era un hombre tranquilo normalmente, se alteraba demasiado con las cosas de
Juanito, en esta ocasión no hizo una
excepción y comenzó a mover de manera poco reflexiva. Por culpa de esa forma
de proceder se descuidó en un movimiento
sencillo y dejó la REINA en un
cuadro inadecuado porque estaba en situación de indefensión debido a que uno de
los caballos del adversario podía darle alcance y, de ser así, la única
solución posible para Juan José era
que Juan no se percatara de ello,
algo imposible.
El quemasangres de Juanito adoptó una postura más
ostensible de meditación: con la mano izquierda se sujetaba la barbilla, se tocaba
la nariz, recobraba la anterior postura, repetía el proceso y, con la derecha,
agarraba fuertemente el codo de la otra mano dándole la impresión de que no se
precipitaría.
En la otra parte de tablero Juan José movía el café, bebía, le echaba agua, volvía a menear el potingue,
volvía a beber, siguía añadiendo agua y…
Por fin habló Juan,
lo hizo antes de mover su pieza y después de meditar su acción durante unos
interminables y expectantes quince minutos. Cuando se le escuchó explicó en
estos términos lo que iba a hacer y el por qué:
- Creo que
lo que más me interesa es comerme la reina.
Más de un lector, debido a su juventud, se
preguntará como fruto de la curiosidad y por no haber conocido de manera
personal a Juan José:
- ¿Qué
haría este señor después de haber estado sometido durante un buen rato a esa
situación de estrés emocional por la incertidumbre de la respuesta deportiva del
adversario?
Se limitó a ser Juan José, es decir, a no fallarse a sí mismo y tampoco a los
demás… ¿No os lo imagináis?
Hace unas fecha os comenté que las partidas, al
ser verano, se jugaban junto a aquel árbol que había en “El Paseo”, ese que tenía el tronco carcomido por los efectos del
clima y de su edad. Pues ésta también se jugó ahí y por eso las fichas
acabaron, algunas, en ese agujero y las otras ni se encontraron… ¿Por qué ocurrió eso? Porque Juan José le dio un guantazo al tablero
y salieron volando por los aires mientras increpaba a Juanito así:
- ¡¡¡Mala
follá, si tú sabías perfectamente lo que ibas a hacer desde el principio!!!
Esa partida de
ajedrez ha sido la más comentada de aquellos tiempos y en nuestros días
algunas de las que he mantenido con mi amigo Antonio Chica Garate “El Capi” tampoco fueron mancas. Por ejemplo, en
esta:
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