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martes, 23 de julio de 2013

EFEMÉRIDES

  Colaboración de Pedro Berrio

Todos hemos buscado alguna vez esa soledad relajante que nos invita a pensar y a reflexionar y por eso, creo que no me equivoco al afirmarlo, alguien que disfrutaba con estas experiencias se sintió feliz y, un día, estando en esta situación parió este eslogan: Siempre es bello recordar el pasado.
El 18 de Julio, el calendario y los telediarios, me hicieron volar hasta un lejano pasado y una vez allí disfruté mucho porque supuso para mí revivir un gran recuerdo de familia, el que voy a intentar plasmar lo mejor que pueda.

Mamá, un 18 de Julio del año 1936 tenías 18 años y ese día te diste a conocer como una modista consagrada y empezaste a trabajar para todas las señoras del pueblo que te pedían que les cosieras. Poco a poco tus trabajos fueron gustando a la clientela y por ellos recibiste los más grandes elogios que pueda recibir una mujer en esa profesión que tú elegiste.

Cuando todavía estabas soltera decía la gente de tí:
- Ella sola lleva el peso de la casa de sus padres y cose para la calle, esto hace que su familia viva en una situación muy desahogada.
Llegó el año 1942 y, después de un tiempo de noviazgo, te casaste con papá y seguiste cosiendo lo mismo que hacías cuando estabas soltera. La gente seguía contenta con tu trabajo y te seguía colmando de elogios:
- ¿Cómo puede llevar una casa con un hombre, tres niños chicos y, encima, cosiendo?
Llevasteis, al casaros, un pequeño capital heredado de vuestros padres y éste, gracias a vuestros trabajos, a tu tesón con la aguja y el dedal y a lo buena administradora que eras, se multiplicó por 20 en no muchos años. Además de lo anterior lograsteis que dos de vuestros hijos acabaran sus carreras.
¡Qué trabajo más bien aprovechado que devolvió el 101%!
Cuando iban llegando las fiestas del pueblo te desbordabas cosiendo, desde que te levantabas hasta la noche. Al día siguiente 
te levantabas de nuevo a las 5 de la mañana y con el ruido de la máquina de coser nos despertabas a todos los de la casa y a los abuelos, aunque vivían en la casa de arriba, mientras que los demás miembros de la casa nos quedábamos durmiendo. Tenía que haber sido al revés pues, normalmente, lo hombres son los que tienen que llevar el dinero a las casas pero Dios lo quiso así y tú lo aceptaste con resignación. Pasaron los años y alcanzaste tu meta, nos dejaste a los tres bien situados económicamente.
En el año 2001 tu cuerpo perdió el vigor que te acompañó siempre y nos dejaste de una vez, Dios quiso que tu paso a la otra vida fuese de la forma más dulce posible pues durante tu enfermedad, estando ya avanzada, yo te preguntaba:
- ¿Mamá, estás enferma?
Y tú me respondías siempre igual:
- ¡Yo no!
Después de responderme reías mucho y lo hacías hasta que te cansabas.
Supongo que, cuando le vieras la cara a Dios, Él te regalaría más elogios de los que te dijeron en la tierra y que te tendría reservado un buen lugar.
Desde el Cielo estarás viendo los problemas que hay en el mundo: crisis, desalojos, gente pidiendo, hambre, miseria...
¡Qué contenta estarás viendo que tus hijos, sin ser ricos, económicamente están muy desahogados porque sus padres pusieron su grano de arena!
En nuestras oraciones siempre pedimos a Dios que os acoja en su seno.

¡GRACIAS MAMÁ!

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