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lunes, 22 de julio de 2013

VIVENCIAS


Colaboración de Pedro Berrio
Huí de un noble pueblo de Segura
echándome sin rumbo en el camino
y, al perderlo de vista en las alturas,
llanto de sangre a mis pupilas vino.
Mas devoré en silencio esta amargura
que me persigue como fatal sino,
fue el recuerdo mi hermética armadura
y, la esperanza, mi nuevo fiel rocino.

En mi experiencia vital de vuestra tierra
vi la nobleza como fiel testigo.
Encontré gente noble, acogedora, fiera…
Encontré todo un pueblo por amigo.

Pero en la doble empresa decidida,
de alternar con colegas y villanos,
los últimos me dieron dulce vida,
los primeros… !Crueles desengaños!

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