Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
SABIDURÍA
9, 13-18
¿Qué
hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere?
Los
pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son
falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre
abruma la mente que medita.
Apenas
conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano: pues,
¿quién rastreará las cosas del cielo?
¿Quién conocerá tu designio si tú no le das sabiduría enviando tu santo
espíritu desde el cielo?
Sólo
así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que
te agrada, y la sabiduría los salvó.
FILEMÓN
9B-10. 12-17
Querido
hermano:
Yo,
Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo,
a quien he engendrado en la prisión; te lo envío como algo de mis entrañas.
Me
hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta
prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar
contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad.
Quizá
se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo,
sino mucho mejor: como hermano querido.
Si
yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como
cristiano.
Si
me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.
LUCAS
14, 25-33
En
aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
-
Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y
a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede
ser discípulo mío.
Quien
no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así,
¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No
sea que, si echa los cimientos y no puede acabar, se pongan a burlarse de él
los que miran, diciendo:
-
Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.
¿0
qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si
con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y
si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones
de paz.
Lo
mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo
mío.
REFLEXIÓN
Algunos
hablan de las cosas de Dios con
total certeza cuando el camino que nos ha regalado para encaminarnos hacia Él
está en la Biblia y es la única certeza que tenemos, lo demás son
especulaciones. El hombre debe comprender que es un error seguir los caminos
que le muestran la debilidad, el egoísmo, la avaricia, la mentira… Si
partimos de que debemos tener claro qué deseamos alcanzar y lo hacemos alejados
de esos cantos pues entonces el trazarnos una ruta coherente será más fácil.
El seguimiento del evangelio acarrea sacrificio y sufrimiento, ahí pudiera estar la causa de que muchas personas nos
alejemos de él. También tendremos en cuenta que el desconocimiento profundo del hecho religioso nos posibilita el
alejamiento y que el conocimiento nos
acerca de manera incondicional y definitiva porque nos hace abandonar la esclavitud del materialismo y alcanzar
la libertad plena espiritual aunque
físicamente esté privado de ella porque se encuentre amarrado por las cadenas
materiales que el hombre le colocó de manera unilateral e injusta, amparándose para
hacerlo en la razón egoísta del poder humano.
Llegados
a esta situación ideal de cristianos el hombre estará preparado para recibir
con los brazos abiertos al prójimo esclavizado por los problemas e
intentará ayudarle para que recupere la
libertad y la dignidad.
Cuando
el hombre sencillo lee el evangelio, de hoy, se desmoraliza porque en él Jesús
establece unas condiciones muy estrictas
o radicales para ser discípulo suyo y cumplirlas no era, ni
será, tarea fácil para quienes deseen seguirle… ¿Por qué?
Porque,
si partimos del significado de “posponer”,
entonces comprenderemos mejor que la mayoría de los hombres nos acordamos de Dios cuando nos sobra el tiempo, cuando necesitamos
ayuda o cuando no encontramos el
camino para seguir viajando. Esta es la realidad, nos guste o no.
La
realidad del cristianismo es que Jesús nos pide otra cosa bien distinta,
colocar sus cosas en primer lugar y,
además, trabajar con esa actitud siempre.
Ese proceder irá acompañado de otro sacrificio, cada uno llevará el peso de su cruz.
Si
el hombre está libre de las ataduras humanas, cargar con su cruz y seguirle le
resultará más fácil que si tiene mujer e
hijos, por ejemplo… ¿Un clérigo
casado puede servir a Dios igual que el célibe?
Por
eso es de suma importancia el meditar bien cuál es nuestra situación personal y
después, una vez conocida, valoraremos qué posibilidades tenemos de éxito antes
de embarcarnos en alguna aventura.
Cuando
el mensaje evangélico nos habla de “renunciar
a los bienes” el radicalismo se incrementa, el hombre encuentra complicado
el seguimiento y se aparta. Esas palabras de Jesús llevan una carga enorme de radicalismo, es cierto, y los hay
que las interpretan de una manera más suave. Cuando lo hacen dan como razones
puras hipótesis que, además, son elaboradas por mentes finitas para explicar lo
que una mente infinita quiso decir con ellas. Yo no pretendo dudar de la
veracidad de esas posturas pero sí me pregunto… ¿Será suficiente para opinar sobre el “radicalismo” de Jesús que no nos
dejó por escrito los textos de sus enseñanzas, que éstas se conservaron por
tradición oral, que después de un tiempo ésta se escribió, que el contenido se pudo
deformar con el paso de los años y que los intereses personales también pudieron
ayudar a que el mensaje tenga inexactitudes?
Es
posible que estos argumentos sean verdaderos pero si creemos en Dios deberemos de empezar por aceptar,
como acto de fe, que si hemos
recibido su mensaje así será porque Él
lo estimó necesario.
¿La escena que Jesús protagoniza en el templo
con los comerciantes cómo tenemos que interpretarla?
Tal
vez fue una forma de enseñarnos a qué debemos de ir a la casa de Dios y a qué
no… ¿Qué haría si entrara en nuestros
templos parroquiales en nuestros días?
Amar
la verdad implica desear el cambio y proponer hacer algo diferente a lo que hicimos
y hacemos… ¿Qué y cómo?
¡¡¡Lo haremos andando juntos, con una elevada
carga de ilusión, sacrificio, amor a Dios y al prójimo, prudencia, poco a poco
y no exenta de radicalidad!!!
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