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martes, 17 de septiembre de 2013

LA SAGA DE LOS “PARATRENES-CHOCOLATES”


Colaboración de Paco Pérez

Capítulo III

Miguel, el mayor de los cinco hijos, también fue miembro de la Benemérita y desarrolló la mayor parte de su labor profesional en Linares. La esposa quedó embarazada, ya estaba próximo el momento del alumbramiento y por esa razón la señora Juana, cumpliendo con las tradiciones de entonces para estos acontecimientos, se marchó a Linares para estar junto a ellos en esos momentos, y ayudarles mientras la nueva mamá se recuperaba y tomaba de nuevo el mando de la casa.
Llevaba Juana un cierto tiempo en la ciudad de las minas y en la casa paterna ya la echaban de menos los que se habían quedado solos en Villargordo. Un día, Frasco decidió que su madre tenía que regresar y, después de darle muchas vueltas a la forma de comunicarlo, llamó por teléfono a su hermano Miguel. Después de los saludos y de las preguntas propias por la familia, cuando ya iban a despedirse, le dijo:
- Miguel, hermano mío, que no se te olvide preguntarle a mama, de parte mía, que cuándo piensa volver por su casica.
- ¿Pasa algo?
- Nooo, que es mejor que venga pronto.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque el otro día salí al corral y vi a papa en calzoncillos.
- Tendría gana de mear… ¿Nooo?
- ¡¡¡Nooo!!!
- ¿Entonces qué hacía así en el corral?
- ¡¡¡No lo sé pero como iba detrás de la marrana pues supongo que sería porque se había salido de la zahúrda y quería que volviera a entrar!!!
Las mujeres de antes sabían hacer de todo y, cuando esto ocurría, los vecinos se lo reconocían y decían de ellas, como halago, que eran unas mujeres de su casa o muy hacendosas. Lo eran cuando no necesitaban ayudas de otras mujeres para solventar las labores propias del hogar: fregar, barrer, cocinar, comprar, coser, criar a sus hijos… Algunas también ayudaban en las labores agrícolas en momentos puntuales. Juana era una mujer de esas y, además, con cinco hijos a sus espaldas todos los días.
En invierno las señoras tenían la sana costumbre de sentarse al sol, en tertulia, por las tardes. Tenían sus puntos de encuentro en las zonas donde daba el sol y cada una acudía con una silla baja y su labor: coser o hacer calceta era lo más frecuente. Mientras trabajaban, practicaban el deporte favorito de la sociedad de aquellos tiempos y de los actuales… ¡¡¡Hablaban de las noticias locales de más actualidad y, de paso, no dejaban títere con cabeza!!!
Una tarde Juana estaba muy atareada con la costura, no piaba y echaban de menos sus ocurrencias porque no participaba como de costumbre en la charla. PaquitaLa Canuta” era su vecina, la conocía muy bien y, como estaba muy sorprendida por ello, le comentó:
- Lo que haces debe ser muy importante porque no te permite abrir el pico hoy.
– Es que estoy cosiéndole a Juan unos calzones y quiero acabarlos esta misma tarde para que los estrene mañana que es domingo –le contestó.
Siguieron con sus labores y charlando las reunidas, Juana siguió concentrada con la aguja. Cuando dio por acabado su trabajo levantó la voz y les habló, mientras les mostraba los calzones:
- ¡¡¡Ya los he acabado y se han quedado tan bien que ni a estaquilla los hubiera hecho mejor una sastra!!!
Cuando al día siguiente estaban reunidas de nuevo al sol Juan, que estaba en casa, se puso los pantalones, salió a la calle mientras se sujetaba el pantalón por la parte superior y le dijo:
- Juana, hija mía… ¿Qué le pasa a estos calzones que no puedo abrocharme el botón de arriba y se me caen?
– ¡¡¡Es que no le abrí el ojal!!!
Entonces intervino PaquitaLa Canuta” y le dijo:
- ¡¡¡Menos mal que lo habías rematado a estaquilla!!!
 
Juana tuvo una hija, Isabel, y su hermana Luisa dos, Magdalena y Anita.
Cuando fueron mayores se ennoviaron Isabel y Anita, la primera con Juan AntonioBellezas” y la segunda con JuanBastianejo”.
Siguiendo la costumbre de aquella época, después de un cierto tiempo de noviazgo, ambas se casaron y las familias estaban muy contentas porque eran dos hombres muy buenos y, además, bien posicionados económicamente.
Un día, mientras tomaban el sol, salió la conversación y una de las vecinas le dijo a Juana:
- ¡¡¡Qué suerte habéis tenido las hermanas “Chocolatas” para casar a vuestras hijas!!!
– Sí es verdad, hemos tenido suerte… ¡¡¡Qué filón hemos pillado!!!    
 
 

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