Colaboración de Paco Pérez
Capítulo III
Miguel,
el
mayor de los cinco hijos, también fue miembro de la Benemérita y desarrolló la mayor parte
de su labor profesional en Linares. La
esposa quedó embarazada, ya estaba próximo el momento del alumbramiento y por
esa razón la señora Juana, cumpliendo
con las tradiciones de entonces para estos acontecimientos, se marchó a Linares para estar junto a ellos en esos momentos, y ayudarles mientras
la nueva mamá se recuperaba y tomaba de nuevo el mando de la casa.
Llevaba Juana
un cierto tiempo en la ciudad de las minas y en la casa paterna ya la
echaban de menos los que se habían quedado solos en Villargordo. Un día, Frasco decidió que su madre tenía que
regresar y, después de darle muchas vueltas a la forma de comunicarlo, llamó
por teléfono a su hermano Miguel. Después
de los saludos y de las preguntas propias por la familia, cuando ya iban a
despedirse, le dijo:
- Miguel,
hermano mío, que no se te olvide preguntarle a mama, de parte mía, que cuándo
piensa volver por su casica.
- ¿Pasa algo?
- Nooo, que es mejor que venga pronto.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque el otro día salí al corral y vi a papa en
calzoncillos.
- Tendría gana de mear… ¿Nooo?
- ¡¡¡Nooo!!!
- ¿Entonces qué hacía así en el corral?
- ¡¡¡No lo
sé pero como iba detrás de la marrana pues supongo que sería porque se había
salido de la zahúrda y quería que volviera a entrar!!!
Las mujeres de antes sabían hacer de todo y,
cuando esto ocurría, los vecinos se lo reconocían y decían de ellas, como
halago, que eran unas mujeres de su casa o muy hacendosas. Lo eran cuando no
necesitaban ayudas de otras mujeres para solventar las labores propias del
hogar: fregar, barrer, cocinar, comprar, coser, criar a sus hijos… Algunas
también ayudaban en las labores agrícolas en momentos puntuales. Juana era una mujer de esas y, además,
con cinco hijos a sus espaldas todos los días.
En invierno las señoras tenían la sana costumbre
de sentarse al sol, en tertulia, por las tardes. Tenían sus puntos de encuentro
en las zonas donde daba el sol y cada una acudía con una silla baja y su labor:
coser o hacer calceta era lo más frecuente. Mientras trabajaban, practicaban el
deporte favorito de la sociedad de aquellos tiempos y de los actuales… ¡¡¡Hablaban de las noticias locales de más
actualidad y, de paso, no dejaban títere con cabeza!!!
Una tarde Juana
estaba muy atareada con la costura, no piaba y echaban de menos sus ocurrencias
porque no participaba como de costumbre en la charla. Paquita “La Canuta” era
su vecina, la conocía muy bien y, como estaba muy sorprendida por ello, le comentó:
- Lo que haces debe ser muy importante porque no te
permite abrir el pico hoy.
– Es que estoy cosiéndole a Juan unos calzones y quiero acabarlos esta misma tarde para que los
estrene mañana que es domingo –le contestó.
Siguieron con sus labores y charlando las
reunidas, Juana siguió concentrada
con la aguja. Cuando dio por acabado su trabajo levantó la voz y les habló, mientras
les mostraba los calzones:
- ¡¡¡Ya los
he acabado y se han quedado tan bien que ni a estaquilla los hubiera hecho
mejor una sastra!!!
Cuando al día siguiente estaban reunidas de nuevo
al sol Juan, que estaba en casa, se
puso los pantalones, salió a la calle mientras se sujetaba el pantalón por la
parte superior y le dijo:
- Juana,
hija mía… ¿Qué le pasa a estos calzones
que no puedo abrocharme el botón de arriba y se me caen?
– ¡¡¡Es que
no le abrí el ojal!!!
Entonces intervino Paquita “La Canuta” y le
dijo:
- ¡¡¡Menos
mal que lo habías rematado a estaquilla!!!
Juana
tuvo una hija, Isabel, y su hermana Luisa dos, Magdalena y Anita.
Cuando
fueron mayores se ennoviaron Isabel y Anita, la primera con Juan Antonio “Bellezas” y la segunda con Juan
“Bastianejo”.
Siguiendo
la costumbre de aquella época, después de un cierto tiempo de noviazgo,
ambas se casaron y las familias estaban muy contentas porque eran dos hombres
muy buenos y, además, bien posicionados económicamente.
Un
día, mientras tomaban el sol, salió la conversación y una de las vecinas le
dijo a Juana:
-
¡¡¡Qué suerte habéis tenido las hermanas
“Chocolatas” para casar a vuestras hijas!!!
–
Sí es verdad, hemos tenido suerte… ¡¡¡Qué
filón hemos pillado!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario