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martes, 26 de noviembre de 2013

MANOLO, UN AMIGO DE VERDAD

Todos los días escribo algo y lo paso muy bien mientras lo hago pero hoy no he tenido esa sensación debido a que tú eras el centro de interés del tema que trataría…¡¡¡Tu viaje final!!!

Ayer estaba en casa escribiendo, como la mayoría de las tardes,
el reloj del ordenador mostraba las 20:00 horas, Mari regresó a casa después de haber estado en el templo parroquial y allí recibió la noticia de tu marcha, subió a verme y me la comunicó. Quedé muy sorprendido al recibirla porque, sabiendo que estabas delicado, en nuestro último encuentro me dejaste una impresión muy favorable sobre tu estado de salud. Cuando recuperamos la normalidad le propuse ponernos en marcha para acudir a Jaén y así poder estar junto a tus seres queridos un tiempo en el tanatorio.
Una vez allí, al abrazarme a tus dos hijos, me comentaron lo feliz que fuiste cuando estuve en tu casa. Yo también tuve esa sensación y guardo un recuerdo maravilloso de esa mañana porque nos olvidamos de todo lo presente, viajamos hasta el pasado y revivimos aquellos mañanas inolvidables que pasábamos charlando en los bancos del “Paseo”, junto a los otros mayores, o aquellas tardes risueñas en el primitivo “Tropezón”. En éstas jugábamos aquellas inolvidables partidas de tute, por divertidas, con los otros inolvidables amigos también desaparecidos: tu suegro MaximianoEl Quino”, PericoEl de la graciosa” y RodrigoCamacho”… ¡¡¡Las que nunca volverán ya!!!
Yo era un joven inexperto entre vosotros y tú un experto tutero, el MEJOR. Fuiste, para mí, un MAESTRO genial porque supiste decirme las cosas con buenas formas en aquellas jugadas donde yo no acertaba con la mejor acción. Sobre el terreno, y antes de que desaparecieran las huellas de mi desatino, me comentabas lo que había hecho mal para hacerme ver con claridad cuál había sido mi error, siempre lo hacías con delicadas formas, algo inusual en aquellos tiempos, y, mientras me hablabas para mostrarme el camino, tu cara siempre me ofrecía la imagen de la alegría. Con estas formas de decir las cosas yo no me acomplejé jamás y así, gracias a tu metodología tan extraordinaria, fue como logré llegar a ser un buen alumno.
Desde aquellas fechas siempre mantuvimos el mismo nivel de amistad y cuando tu esposa comenzó a necesitarte tus salidas a los lugares frecuentados desaparecieron y ya te limitabas a unas fugaces apariciones por la calle, siempre ibas cargado de bolsas y lo hacías con una energía increíble, lo que me llenaba de alegría.
Sé que la cruz que llevabas sobre tus hombros en silencio era pesada pero nunca ponías la cara larga para así mostrar al exterior su pesadez, por ello tengo la esperanza de que el Padre, el que lo ve todo, ya te habrá colocado donde te mereces.
Me gustaría poder presentar ante el Padre, el día que me llegue la hora de viajar, una hoja de servicios al prójimo como la tuya.
Supiste aglutinar a la familia y por eso los tenías a todos a tu alrededor anoche, puedes descansar tranquilo, dejaste una buena escuela y tu querida esposa estará bien cuidada.
Hubo y habrá hombres enamorados de sus esposas y preocupados por el aire que las pueda azotar pero estoy seguro que ninguno te superó y, para no ser injusto, les concedo el empate.
Nuestro inolvidable Juan NavarroEl Inspector” decía: [Para beber vino el número ideal es nones y menos de tres].
Un sabio afirmó en una tertulia de amigos: [Para contar los buenos amigos nos sobra con los dedos de una mano].
Querido Manolo "El de las zapateras", al marchaste, ya sólo me quedan tres dedos para contar a mis buenos amigos terrenales. 
No te impacientes que te lo pienso comentar, mi otro dedo quedó inutilizado para estos cálculos cuando murió JuanitoTropezón”.
¡¡¡Manolo, siempre tendré presente el recuerdo de nuestra gran AMISTAD!!!
 Paco Pérez

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