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viernes, 17 de enero de 2014

LAS LUMBRES DE SAN ANTÓN

Colaboración de Paco Pérez
PRIMERA PARTE
Un año más, la noche del 16 de enero nuestro pueblo, Villargordo, se viste de los colores propios de esa noche, el verde que se desprende del ramón, el negro de la noche en las zonas ausentes de luminosidad, el gris blancuzco del humo que asciende por los efectos de la combustión de la leña y los amarillos y rojizos que se desprenden de las llamas para pintar a las personas y paredes de las casas colindantes de ellos… ¡¡¡Qué belleza de claroscuros!!!


Por la tarde corrían rumores de que las lumbres no se iban a poder encender debido a que la lluvia estaba amenazando con aparecer y por esa razón no me desplacé hasta la ermita. Cuando comprobé que no se cumplían los temores, tomé mi inseparable amiga y decidí dar una vuelta por nuestro callejero más próximo. Mari escuchó el movimiento que había en el piso superior de la casa, se apuntó y juntos hicimos el recorrido, la verdad es que mereció la pena porque pudimos obtener algunas imágenes muy bellas y lo pasamos fenomenal con el recuerdo y las anécdotas.
Esta fue la EXPERIENCIA que vivimos, esperamos que los villargordeños ausentes podáis matar el gusanillo de esa noche desde vuestros hogares, allá donde os encontréis… ¡¡¡Va por vosotros!!!
Nuestro recorrido:
1.- En la calle Ramón y Cajal debutamos, ahí encontramos la peña más numerosa. Juan Almagro TiradoBellezas”, aglutina todos los años a la gente joven de su entorno de amistades y a la vecindad de la calle. Hacen la lumbre delante de su casa y, como tiene cochera, pues en caso de lluvia encuentran un resguardo estupendo. Otro elemento favorecedor es que Juan les proporciona lo más importante de esta celebración el ramón pues su tractor y el motosierra les facilita el obtenerlo.

2.- Unos metros más arriba, y en la misma calle, nos topamos delante del MesónLa Verja” con la PeñaLos dos”.
Les saludamos y nos comentaron que estaban esperando que los palos comenzaran a dar buenas ascuas para que entonces empezara el chuleteo.
Nos despedimos y seguimos.
3.- Al llegar a la esquina de “Zamorita”, en la calle José María Polo, sentimos alboroto y decimos explorarla para comprobar qué había ahí. Llegamos a la rinconada de “Checa” y observamos, desde lejos, que delante de los portones de la cochera de JesúsEl trapero” y TereLa papata” había un animado ambiente de amigos y vecinos.
Tomamos la foto y nos volvimos con rumbo a Ramón y Cajal. Cuando estábamos llegando a la esquina del estanco escuché las inconfundibles carcajadas de mi buen amigo Matías el de la tororona”. Mientras avanzábamos le conté a Mari dos de las historietas vividas con Matías:
a) La escena ocurre en la escuela que regentaba mi padre, tendríamos unos siete u ocho años. Estábamos alrededor de la mesa del maestro para mostrarle los trabajos y que él los corrigiera. Era invierno y él vestía aquel día con un abrigo corto de color marrón claro, un tres cuartos. De pronto estornudó y se le descolgaron dos “velas” de color verde intenso, más o menos como el del ramón, y de un tamaño descomunal. Se exploró con desesperación los bolsillos en busca de un pañuelo y, como no encontró la respuesta, de pronto tomó una sabia decisión… ¡¡¡Se pasó la mano por la nariz, dejándola limpia de “velas”, y guardándolas en el bolsillo del abrigo!!!
Cada vez que hemos recordado la escena, al saludarnos cuando viene de Madrid y charlamos un rato, el espíritu se nos libera de los malos humos.
b) Alrededor de 1965 se sitúa esta segunda estampa y los hechos ocurren en la casa de CatalinaLa zarata”, en Jaén, donde nos alojábamos como huéspedes. También teníamos de compañero a Diego, un compañero de Matías. Yo estudiaba el primer año de carrera y ellos “Formación Profesional”.
Matías era, y sigue siéndolo, muy gracioso. Todas las noches nos daba un espectáculo diferente, su fama se cundió entre los vecinos de la calle Calvache y en el número 1 se concentraban con los de la casa los amigos y amigas jóvenes y, como no, su fans más grande, una señora ya mayor que se llamaba Pepa.
Cada noche nos hacía un número diferente. Una se encerró en nuestro dormitorio y cuando salió venía disfrazado de municipal de Jaén: Abrigo corto (la bata blanca que usaba Pedro, el hijo de Catalina, en el laboratorio donde trabajaba), silbato, casco (un orinar) y porra (una tripa de salchichón colgada en el cinto). Nada más verle la estampa al salir ya empezamos con las risas, pues nos recordaba al genial “Charlot”.
En medio del salón puso una silla, era el altillo en el que se subían entonces los municipales de Jaén para dirigir la circulación, y él comenzó su número una vez subido. Silbaba, movía las manos, otras cogía la porra en plano amenazante hacia los conductores y, de vez en cuando, tenía que coger el bacín porque se le caía al suelo.
Mientras ocurrían estas acciones todos reíamos y Diego, que era muy exagerado riendo, se mondaba. Pero lo genial vino cuando el bueno de Diego descubrió que la porra que manoseaba Matías era su tripa de salchichón. Entonces salió corriendo detrás de Matías, mientras lo hacía se cagaba en todo lo que volaba, éste corrió y se escondió en su camerino. Así acabó aquella noche la función.
¡¡¡Qué tiempo tan felices, nos bastaba con aquellos números improvisados!!!
Me da pena cuando observo a la generación actual, sólo son felices tecleando en el móvil.
4.- Llegamos a la esquina de “Segundo” y, en el solar de la casa de la “Zorrica”, estaba Juanito AlonsoEL chinda”, su esposa María Dolores y dos muchachos. Comentamos algunas cosillas lugareñas y nos comentaron que la PeñaSan Francisco” estaba en su lugar habitual.
5.- Nos despedimos y, antes de hacerlo, observamos que en la calle Pablo Iglesia había una lumbre en los aledaños de la casa de la familia “Lindes”. Desde la misma esquina de “Segundo” disparé y seguimos ruta.
6.- Unos cuantos metros más adelante estaban “Los San Franciscos” con un buen ambiente familiar y amigable. Nos invitaron a acompañarlos, declinamos hacerlo y les agradecimos su gesto.
Antes de irnos se me ocurrió dirigirles esta frase como despedida:
- ¡¡¡Que os lo paséis bomba!!!
Francisco Tajaillas”, el municipal… ¿Está bien identificado con el sombrero? Me contestó en estos términos:
- ¡¡¡No sé cómo acabaremos pero que ya hay más de uno medio borrachuzo sí que es verdad!!!
Con su respuesta ya no tuve más remedio que aclararle la mala interpretación que dio a mis palabras:
- Francisco, os he deseado que lo paséis bomba y no he dicho que estéis bombas.
Entonces rectificó así:
- Eso le pasa a los que ya están medio sorduscos.
- No te apures que los sorducos somos legión – le contesté.
7.- Unos pasos más adelante nos encontramos con Noemí y su peña de jovenzuelos, les tomamos la foto sin intercambio palabrero y continuamos.
8.- Seguimos ruta hacía “El Paseo” y entonces nos encontramos la lumbre de la PeñaUnión”. Uno de sus integrantes, Manolillo El Tropezocillo”, reclamó mi presencia para que les inmortalizara el momento. 
Nos acercamos y charlamos, de manera más dilatada con Antoñita Bergillos, Angélica, Mari PauliLa cachorra”, nuestra prima, y con mis amigos Juan y FernandoPelotas”. Juan nos hizo comer una sardina asada, muy rica por cierto, y a mí me resultó imposible el rechazarle el darle un trago al vino de su bota.
Ya hacía mucho tiempo que no había practicado ese arte, cuando jugábamos a hacerle espumilla en la boca y nos sabía a gloria bendita, ahora también, pero ya se nos pasó el momento.
Antes de marcharnos tuvimos ocasión de presenciar dos fenómenos extraordinarios:
a) Un eclipse total de lumbre:
b) Una aparición, sobre los tejados de los edificios, en movimiento de unos objetos voladores de colores rojo y amarillo en perfecta formación. Algunos hablaron de OVNI pero no le dimos más relevancia al asunto. Vean la prueba:
Los dejamos con el tema y nos despedimos de ellos, dirigiéndonos  a continuación hasta el restaurante “El Recreo”. Acomodamos nuestras delicadas posaderas en dos taburetes de la barra; tomamos dos copas, mosto mi esposa y vino el de la cámara; pedimos para picar algo ligero, un plato de “sol y sombra” compartido; pagamos antes de salir por la puerta, cosa lógica; marchamos a casa y pasamos, en directo, a la cama.
Así fue nuestra noche de “Las LUMBRES de San Antón”.



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