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miércoles, 1 de enero de 2014

NOCHEVIEJA EN VILLARGORDO

Colaboración de José Martínez Ramírez

En “Noche Vieja”, cena de amigos o familia,
en la plaza de mi pueblo a las cero.
Se van acercando por la “Cañailla”.
Contigo porque te quiero,
sin ti porque no vivo.

Hoy te digo adiós,
hola a mañana, pero no olvido
los rostros anhelantes que miran el reloj.

Rostros felices, si bien sufren, padecen;
donde el dolor solo es el nombre,
donde las piedras no sienten
el lugar donde el amor se esconde.

A veces, he sentido tus campanas
cuando vierten su larga canción sobre un mar,
donde habitan los olivos, allí se pierde
lo poco que no somos, cuando llega la noche.

El precioso color de tus arrabales,
cuando el horizonte ya devora al sol,
cómo olvidarte Villargordo, de agua y sales.
Con el Guadalquivir, en la plaza estaré yo.

Colaboración de Paco Pérez
Husmeando en los archivos familiares he viajado al pasado y he logrado encontrar unas fotos de esta noche, los hechos se remontan hasta 1979.
El año anterior lo celebramos en la “casilla”, así nombrábamos la peña de amigos a la vivienda que Miguel Delgado NavarroEl zurdo” había comprado recientemente en la calle Marqués de Linares, junto a la de sus padres. La verdad es que allí pasamos unos años inolvidables, incluidas las dos celebraciones anteriores de “Noche Vieja”.
Todo arrancó en 1977, ese fue el año de la primera toma de contacto con la celebración. Esa noche nos reunimos allí a tomar algo ligero y después, cuando se aproximó la hora, bajamos por Marqués de Linares hasta Ramón y CajalLa Cañailla”, subimos por ella hasta “El Paseo” cantando y nos encaminamos hasta el edificio del Ayuntamiento, hoy “Museo Cerezo Moreno”. Esperábamos, como los guacharros de gorrión, que su reloj anunciara el final del año y el nacimiento de 1978.
Como no era costumbre hacer esa manifestación de júbilo en el lugar descrito pues estuvimos los justos, nosotros y los reducidos grupos de jóvenes que recorren las calles en esa noche. Éstos, al ver el alboroto que llevábamos, se unieron a nosotros para cantar y manifestar los deseos de rigor y, cuando dimos por concluida la ocurrencia, nos encaminamos de nuevo a la “casilla” para pasar en ella el resto de la noche bebiendo, cantando, comiendo, bailando, diciendo chistes y… ¡¡¡Echando los tradicionales adagios”!!!
Todos conocemos que el “adagio” es una frase que se dedica a una persona, masculina o femenina, para piropearla. Había que hacer un doble juego de frases, tantas como pareja hubiera; los nombres de las mujeres por un lado y los de los hombres por otro. Cada grupo de papeletas estaba depositado en una caja diferente.
La filosofía de los redactores difería, unos opinábamos que había que hacerlas ingeniosas y graciosas y otros mientras más guarras mejor, por eso resultaba graciosísima la dramatización del acto. Como fueron muchos años de hacerlo pues nos ocurrió de todo y guardo un recuerdo inolvidable de uno de los años que estuvimos celebrándolo en el restauranteEl Recreo”.
Cuatro personas que no quisieron participar se encargaron de las cajas. Una sacaba la papeleta de la señora y la nombraba, salía ésta al centro del corro que formábamos; otra nombraba al caballero y se situaba frente a la señora; la tercera sacaba la papeleta del piropo masculino y éste se lo leía y, finalmente, la cuarta sacaba la de la respuesta femenina.
Lo bueno del juego eran las interpretaciones que hacían los intervinientes de manera espontánea y la vergüenza que, a veces, les daba al tener que dirigirse a las damas con el guarro piropo que allí había escrito.
También había unas casualidades tremendas con los escritos de ambos textos y cuando habías escuchado lo que decía el hombre, una idiotez jocosa, la mujer le respondía con otra sandez. Así nos pasábamos un rato fenomenal.
La anécdota ocurrió el año que nos mezclamos en dicho restaurante con gente de Jaén, ellos también participaron. Salieron la señora y el señor, ambos eran desconocidos para nosotros. Él abrió su papeleta, se arrodilló delante de la dama, le besó la mano y le dirigió unas palabras de amor, cariño y gratitud encabezadas por la palabra MADRE… ¿Por qué ocurrió esa escena sorprendente y rara?
Porque coincidieron de pareja una madre y su hijo. Él tuvo unos reflejos impresionantes y lo que le dijo fue improvisado pero dándonos la sensación de que lo estaba leyendo. Fue una actuación genial, muy emotiva e inolvidable.
En 1978 ya comenzamos con el desfile de disfraces y “El Paseo” ya estuvo muy concurrido. Os muestro una foto que he encontrado de aquella noche histórica en la “casilla”:
Al año siguiente, como nos juntábamos muchas personas y preparar la comida y la fiesta requería mucho esfuerzo, decidimos cambiar el lugar del mendrugueo y nos trasladamos hasta el restaurante “Tropezón”. Allí coincidimos con otros paisanos y también nos lo pasamos muy bien. Ese año había varias esposas embarazadas y optamos por ir de etiqueta… Pasen y vean a los participantes, no sean tímidos:



Cuando salimos a tomar las uvas con el pueblo hasta el reloj pues nos encontrábamos con los conocidos y amigos, repartiendo besos y abrazos sin parar. Vean:


Hasta el año próximo, espero poder volver con nuevas fotos del pasado. Quienes lo deseen pueden mandármelas para ese momento.
¡¡¡Que 2014 nos depare lo mejor!!!

Un abrazo para todos.


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