Colaboración de José Martínez Ramírez
En
“Noche Vieja”, cena de amigos o
familia,
en
la plaza de mi pueblo a las cero.
Se
van acercando por la “Cañailla”.
Contigo
porque te quiero,
sin
ti porque no vivo.
Hoy
te digo adiós,
hola
a mañana, pero no olvido
los
rostros anhelantes que miran el reloj.
Rostros
felices, si bien sufren, padecen;
donde
el dolor solo es el nombre,
donde
las piedras no sienten
el
lugar donde el amor se esconde.
A
veces, he sentido tus campanas
cuando
vierten su larga canción sobre un mar,
donde
habitan los olivos, allí se pierde
lo
poco que no somos, cuando llega la noche.
El
precioso color de tus arrabales,
cuando
el horizonte ya devora al sol,
cómo
olvidarte Villargordo, de agua y
sales.
Con
el Guadalquivir, en la plaza estaré
yo.
Colaboración de Paco Pérez
Husmeando en los archivos familiares he viajado al
pasado y he logrado encontrar unas fotos de esta noche, los hechos se remontan
hasta 1979.
El año anterior lo celebramos en la “casilla”, así nombrábamos la peña de
amigos a la vivienda que Miguel Delgado
Navarro “El zurdo” había
comprado recientemente en la calle Marqués
de Linares, junto a la de sus padres. La verdad es que allí pasamos unos
años inolvidables, incluidas las dos celebraciones anteriores de “Noche Vieja”.
Todo arrancó en 1977,
ese fue el año de la primera toma de contacto con la celebración. Esa noche nos
reunimos allí a tomar algo ligero y después, cuando se aproximó la hora,
bajamos por Marqués de Linares hasta
Ramón y Cajal “La Cañailla”, subimos por ella hasta “El Paseo” cantando y nos encaminamos hasta el edificio del Ayuntamiento, hoy “Museo Cerezo Moreno”. Esperábamos, como los guacharros de gorrión,
que su reloj anunciara el final del año y el nacimiento de 1978.
Como no era costumbre hacer esa manifestación de
júbilo en el lugar descrito pues estuvimos los justos, nosotros y los reducidos
grupos de jóvenes que recorren las calles en esa noche. Éstos, al ver el
alboroto que llevábamos, se unieron a nosotros para cantar y manifestar los
deseos de rigor y, cuando dimos por concluida la ocurrencia, nos encaminamos de
nuevo a la “casilla” para pasar en
ella el resto de la noche bebiendo, cantando, comiendo, bailando, diciendo
chistes y… ¡¡¡Echando los tradicionales “adagios”!!!
Todos conocemos que el “adagio” es una frase que se dedica a una persona, masculina o
femenina, para piropearla. Había que hacer un doble juego de frases, tantas
como pareja hubiera; los nombres de las mujeres por un lado y los de los
hombres por otro. Cada grupo de papeletas estaba depositado en una caja
diferente.
La filosofía de los redactores difería, unos
opinábamos que había que hacerlas ingeniosas y graciosas y otros mientras más
guarras mejor, por eso resultaba graciosísima la dramatización del acto. Como
fueron muchos años de hacerlo pues nos ocurrió de todo y guardo un recuerdo
inolvidable de uno de los años que estuvimos celebrándolo en el restaurante “El Recreo”.
Cuatro personas que no quisieron participar se
encargaron de las cajas. Una sacaba la papeleta de la señora y la nombraba,
salía ésta al centro del corro que formábamos; otra nombraba al caballero y se
situaba frente a la señora; la tercera sacaba la papeleta del piropo masculino
y éste se lo leía y, finalmente, la cuarta sacaba la de la respuesta femenina.
Lo bueno del juego eran las interpretaciones que
hacían los intervinientes de manera espontánea y la vergüenza que, a veces, les
daba al tener que dirigirse a las damas con el guarro piropo que allí había
escrito.
También había unas casualidades tremendas con los
escritos de ambos textos y cuando habías escuchado lo que decía el hombre, una
idiotez jocosa, la mujer le respondía con otra sandez. Así nos pasábamos un
rato fenomenal.
La anécdota ocurrió el año que nos mezclamos en dicho
restaurante con gente de Jaén, ellos también participaron. Salieron la señora y
el señor, ambos eran desconocidos para nosotros. Él abrió su papeleta, se
arrodilló delante de la dama, le besó la mano y le dirigió unas palabras de
amor, cariño y gratitud encabezadas por la palabra MADRE… ¿Por qué ocurrió esa
escena sorprendente y rara?
Porque coincidieron de pareja una madre y su hijo.
Él tuvo unos reflejos impresionantes y lo que le dijo fue improvisado pero
dándonos la sensación de que lo estaba leyendo. Fue una actuación genial, muy
emotiva e inolvidable.
En 1978
ya comenzamos con el desfile de disfraces y “El Paseo” ya estuvo muy concurrido. Os muestro una foto que he
encontrado de aquella noche histórica en la “casilla”:
Al año siguiente, como nos juntábamos muchas
personas y preparar la comida y la fiesta requería mucho esfuerzo, decidimos
cambiar el lugar del mendrugueo y
nos trasladamos hasta el restaurante “Tropezón”.
Allí coincidimos con otros paisanos y también nos lo pasamos muy bien. Ese año
había varias esposas embarazadas y optamos por ir de etiqueta… Pasen y vean a
los participantes, no sean tímidos:
Cuando salimos a tomar las uvas con el pueblo hasta
el reloj pues nos encontrábamos con los conocidos y amigos, repartiendo besos y
abrazos sin parar. Vean:
Hasta el año próximo, espero poder volver con nuevas
fotos del pasado. Quienes lo deseen pueden mandármelas para ese momento.
¡¡¡Que 2014
nos depare lo mejor!!!
Un abrazo para todos.
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