Colaboración de José Martínez Ramírez
Para
mi hijo Juan, cuando hemos cazado
nuestra primera medalla de jabalí.
El
viejo jabalí astuto, silencioso,
y
tenaz está encamado junto a la piara.
Bajo
un cielo gris de enero pluvioso,
Juanito
juega con la edad y una rama.
A
lo lejos Luís y Tarzán, en plena ladra,
se
alejan tras las reses por entre los coscojos.
Cristóbal, sabiamente,
vuelve a otras camas
donde
esté el verraco dientón, atento y solo.
Quieto
está como la escultura en el barro,
no
se queja del destino, libre de toda traba.
Cuando
salta como un muelle, el guarro.
El
cazador lo divisa y encara al claro.
Ha
llegado el sueño a través de la bala,
cuando mi Orión provoca el disparo.
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