Colaboración de Paco Pérez
Siendo
las 13:00 horas, un grupo de familiares y amigos de Tere Quesada Cantero y Pedro
Mateos Delgado acudíamos a la Basílica Menor de San Ildefonso en Jaén,
desde Mancha Real y Villargordo, porque habíamos sido convocados por ellos para
participar en el acto cumbre de sus vidas… ¡¡¡Su
enlace matrimonial!!!
Pedro lo hizo siguiendo
el ritual tradicional de nuestro pueblo, nos visitó en casa para llevarnos el
típico sobre con la invitación. Le agradecimos que deseara ser acompañado por
nosotros ese día, durante unos minutos hablamos del cambio que se le avecinaba
en su vida y le prometimos que sólo nos impediría acompañarlos algún
acontecimiento no esperado ni deseado.
Cuando
se marchó abrimos el sobre para ver el contenido, éste era:
Recibirla
fue emocionante para nosotros porque nos hizo recordar que uno de nuestros
hijos, Luís Ángel, también empezó a caminar por el sendero del matrimonio un 12
de octubre.
El
fijado y a la hora programada viajamos en el autocar hasta la capital y, de
manera puntual, comenzó la ceremonia religiosa.
Pedimos
al Padre por vuestra felicidad y, a la conclusión de la ceremonia religiosa,
retornamos al incomparable marco de la calle Bernabé Soriano, popularmente conocida como “La Carrera”. Allí esperamos que el autocar regresara al punto de
encuentro para transportarnos hasta Pegalajar, nuestro siguiente destino, y
allí continuamos con la fiesta que habían programado para agasajarnos. Ésta
tuvo lugar en el incomparable marco serrano en el que se encuentra el
restaurante que habían elegido:
Como
la meteorología estaba por la labor de escuchar a los agricultores y fastidiar
a los contrayentes e invitados pues una vez que estuvimos en el restaurante nos
pasaron al interior para que nos fuéramos acomodando en las mesas montadas para
el acontecimiento que nos llevó hasta allí. Cuando entramos yo, hablo por mí,
quedé fascinado con el lugar porque no lo conocía y por eso recibí una grata
impresión… ¡¡¡Pasen al interior y
comprueben lo que digo!!!
Una
vez acomodados fuimos atendidos muy
bien por el servicio del restaurante durante la “Copa de espera”:
Cuando
los contrayentes entraron en el recinto fueron recibidos, como es costumbre por
el metre y su equipo. Éstos les dieron la bienvenida, los felicitaron, les desearon
lo mejor y les ofrecieron la típica copa de espumoso, a ellos y a los padres,
para que brindaran por un futuro lleno de felicidad.
En
la mesa número 23 fuimos ubicados ocho personas. En ella sólo podían sentarse
quienes reunieran alguna de estas condiciones: Ser viejos colegas en travesuras
o en la docencia; acreditar tener un buen currículum gastronómico con la
cuchara, el tenedor o en la cata de caldos contrastados; ser rancios e
inmejorables vecinos o familiares próximos. Nos escanearon al acreditarnos para
tal mesa y, según el informe, sólo cumplíamos algunos de esos requisitos cuatro
mujeres y cuatro hombres. La verdad, nos vino muy bien ser ocho porque
estábamos muy amplios en la mesa y como todo nos resultaba tan bueno pues
pudimos saborear las tapas que nos ofrecían de manera más abundante, con esos
ingredientes las veladas siempre resultan magníficas.
Para
presentar a algunos de sus integrantes usaré procedimientos circenses y tomaré
prestada la gran expresión de Adriano
Jiménez Mendoza, “El Gran Chápiro”:
-
¡¡¡Con ustedes, algunos integrantes de la
selección turca!!!
También
a algunos componentes de la mesa presidencial y de la vecina:
El
menú que nos sirvieron fue magnífico
pues lo considero así al valorar la calidad
y la preparación. Si alguien cree que es mentira que lo copie, lo
prepare en casa, lo deguste y después hablamos:
El
grupo chirigotero “Los viejos carrozas”
se acercó hasta la mesa 23, se aposentó en ella, nos deleitó con un viaje al
pasado y en él recordaron las historias cómicas reales que vivieron con algunos
personajes de Villargordo, las historietas recordadas ocurrieron hace ya más
años que pocos y la mayoría de los actores ya están fallecidos. Las presentaron
con el nombre de…
¡¡¡Hay que ver lo que nos hace recordar el vino!!!
Finalmente,
durante los postres, todos los invitados nos pusimos de acuerdo y cantamos
aquella bella canción de la década de los sesenta que decía… “Con un sorbito de champagne…”. Con ella
alcanzaron un gran renombre “Los Brincos”
y ese día, a nosotros, nos hizo viajar a nuestros años jóvenes.
Todos
levantados, teníamos la copa en la mano y ya estábamos preparados para brindar pero,
de manera inesperada, escuchamos por la megafonía una voz autoritaria que nos
ordenó… ¡¡¡Hagan un CLIC en “BRINDEMOS”
por la felicidad de Tere y Pedro!!!
Después
de acabar con el contenido de la copa, todavía estábamos flotando con el
recuerdo, los nuevos esposos pasaron
a saludarnos, tuvimos que aterrizar de manera precipitada, hablamos de temas,
les deseamos lo mejor en su nueva vida de casados, nos dimos un sincero y
emotivo abrazo y les deseamos que pasen una inolvidable “luna de miel” en EEUU.
Finalmente,
cuando Pedro y Teresa continuaron saludando a otros invitados abandoné la
reunión porque ya tenía que hacer una visita urgente y obligatoria a la familia
“Roca”. Una vez que la di por concluida me despedí de ella y, a la salida, observé
que había en el horizonte unas vistas magnificas por lo que no resistí la
tentación de grabarlas para el recuerdo:
De
regreso al recinto externo grabé el ambiente que se estaba preparando para
comenzar el festival de los fresquitos en la la parte final de la fiesta, la “barra libre”.
Acababa
de grabar esta foto cuando me topé con mi esposa Mari, ella también regresaba
del lugar que yo ya había visitado de manera algo precipitada; Juan Antonio y
Mari Juli también aparecieron en la explanada del recinto acompañados de Alonso
y Vicenta; nos comunicaron que ya iban a regresar al pueblo; como nuestras
obligaciones en casa nos reclamaban pues nos apuntamos a volver con ellos y,
antes de hacerlo, decidimos volver a la “Cueva” para despedirnos de la familia
de Pedro.
Durante
el viaje de regreso me lamenté en silencio de tener que abandonar la velada
antes de concluir porque me sentía cómodo. La mente, que nunca está en
descanso, voló y me hizo recordar una frase inmortal que leí hace tiempo de
aquel genio del celuloide ya
desaparecido, Groucho Marx, y hoy la
adapto para vosotros como
explicación de nuestro abandono anticipado de la fiesta: [Debemos confesar a Pedro y
Teresa que nos tuvimos que marchar porque nacimos a una edad muy temprana.]
Lo
que narramos hoy es porque lo hemos vivido y visto así, lo contamos tal cual para
que quede constancia de nuestra presencia en la gran fiesta que hemos compartido
con los invitados de ambos y en la que dos familias han quedado fusionadas para
siempre con la fuerza del AMOR de estos
dos jóvenes amigos, Tere y Pedro.
Amigo Pedro, no quiero
dejar pasar la ocasión que me brinda este relato para proclamar con
satisfacción, que nuestra diferencia de años nunca fue un obstáculo para que un
juego, el ajedrez, nos reuniera en torno a un tablero y unas figuras y para que
con el paso de los años, gracias a ese juego, hayamos pasado muchos momentos
inolvidables junto a otras personas y que a nosotros nos haya regalado además
una amistad sincera y verdadera.
Te
ofrezco este recuerdo porque ahí estuvo el fundamento de nuestra amistad, nos
permitió charlar bastantes años sobre distintos temas y sufrir o disfrutar con
los acontecimientos personales que hemos tenido en esos años, por ejemplo,
sobre tu tenacidad para alcanzar la meta que perseguías, ser funcionario.
Espero
que el haberte casado no sea un impedimento para que en los momentos que te lo
permita tu nuevo estado continuemos visitando el punto de encuentro que tenemos
en “Zona 3”… ¡¡¡Te esperamos, amigo!!!
Con
cariño…
PACO y MARI
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