Colaboración de José Martínez Ramírez
Hoy,
después de montear,
he
parado en Villargordo
antes
de llegar a Mancha Real.
En
casa de Paco Almagro,
años
ha que se quitó el pañal,
y
un Gin Tónic de milagro
con
Sánchez y su zagal.
Y
mi hijo muy avispado
me
ha dicho… ¡Amado papá,
tu
profe y José Carlos,
habitan
en este placentero lugar.
Así
que los he saludado,
aunque
ninguno ha invitado.
Las
prisas de la rima feudal
al
fresquito que, en mi mano,
consumido
con pistachos vía oral,
saludaba
a los parroquianos.
He
visto a “peluca”, hecho un chaval
y
al tito “vegeto”, como troyano,
en
un ambiente fresco, frutal,
y
a Bartolo, el de Eufrasio.
Cuando veía poco tras el cristal,
me
he ido como un villano
y
he llegado bien a Mancha Real.
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