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sábado, 8 de noviembre de 2014

EL AGUA DE LA VIDA

Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
EZEQUIEL 47, 1-2. 8-9.12
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo.
Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar.

Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho. Me dijo:
Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí esta agua, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.
A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.
1 CORINTIOS 3,9-11. 16-17
Hermanos:
Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
JUAN 2,13-25
Estaba cerca la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas instalados; y haciendo un azote de cuerdas, a todos los echó del Templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes, a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas.
Y a los que vendían palomas les dijo:
- Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios.
Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: <La pasión por tu casa me consumirá>.
Respondieron entonces los dirigentes judíos, diciéndole:
- ¿Qué señal nos presentas para hacer estas cosas?
Les replicó Jesús:
- Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré.
Repusieron los dirigentes:
- Cuarenta seis años ha costado construir este santuario, y ¿tú vas a levantarlo en tres días?
Pero él se refería al santuario de su cuerpo. Así, cuando se levantó de la muerte se acordaron sus discípulos de que había dicho esto y dieron fe a aquel pasaje y al dicho que había pronunciado Jesús.
REFLEXIÓN
Dios, cuando crea al hombre, ya le marca lo que debe hacer, es decir, le ha instalado en su interior la huella de los cimientos del futuro edificio de “Hijo de Dios”.
Con el discurrir de los años, ayudados por los representantes de Dios, deberemos levantar sobre esos cimientos sólidos que se nos han regalado ya construidos el edificio de nuestra vida cristiana.
El hombre no deberá levantar nada que no esté ajustado a la base fundamental del proyecto que recibe al nacer y por esa razón será responsabilidad de él que no se construya de acuerdo con las leyes del Padre, no nos valdrá el buscar culpables para así poder justificar que no hemos cumplido con nuestra responsabilidad individual.
La intervención de Jesús en el Templo es una demostración de su condición y una prueba clara de que no se hacían allí bien las cosas. Él no aprobó cómo se estaba enfocando el culto, se rebeló contra las formas que habían establecido los hombres por intereses personales y con su proceder nos mostró lo que tenemos que hacer cuando no marchan bien las cosas en nuestro entorno.
El Templo es casa de oración y no debemos de entrar en él para convertirlo en cualquier otra cosa, en sus tiempos era un mercadillo autorizado por quienes estaban al servicio del culto, es decir, por quienes tenían que regir la vida espiritual del pueblo.
Los hechos que ocurrían entonces enseñan:
1.- El templo siempre debe ser respetado como lo que es: La casa de Dios, lugar de oración y espacio de recogimiento y meditación.
Pensemos qué peros pondría Jesús si volviera y se hiciera presente en nuestros templos en algunos momentos.
2.- En tiempos de Jesús, los clérigos, las castas religiosas y el poder político de Roma permitieron que los hechos que denuncia Él se instauraran como norma religiosa. El pueblo inculto se dejaba llevar por quienes dirigían el culto pero la realidad es que los sacrificios sólo servían para explotar al necesitado y para formar parte del ritual religioso, un negocio descomunal para los comerciantes y para quienes lo autorizaban.
3.- Jesús contestaba a las preguntas que le hacían pero sin especificaciones: <Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré.>
Él siempre respondía de manera concreta pero no se preocupaba de dar abundantes explicaciones. Los hombres damos pelos y señales de lo que hacemos y decimos porque intentamos quedar bien con quienes nos escuchan o para justificar lo que decimos o hacemos.
Él hablaba marcando el camino y nosotros, si nos fijáramos en esa línea, entonces comprenderíamos que debemos de hacer lo que nos enseñó.
Ezequiel tuvo una visión y nos habló del agua de vida. Allá en donde ella caiga, por donde pase y con quienes se mezcle nunca se acabará; todo florecerá y dará frutos abundantes.

Con sus palabras se anticipa a los tiempos y nos enseña lo que es la Palabra de Dios para quienes la escuchan y tratan de aplicarla en su entorno, viviendo el cristianismo tal y como nos lo enseñó Jesús.

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