Colaboración de Paco Pérez
EL DÍA DE CARNAVAL
Estaban
unos locos en el patio del manicomio y, como ese día se sentían cuerdos, pues
hablaron con tristeza de su situación y uno de ellos les propuso huir de allí.
Hubo distintas opiniones pero lo que más les preocupaba era la forma de engañar
al portero, no daban en la tecla. Uno de ellos tomó la palabra y les dijo:
-
¡¡¡Ya tengo la solución!!!
-
¿Cuááál? –le preguntaron los otros a la vez.
–
Mañana es Carnaval, nos disfrazaremos todos de caramelo y así saldremos por la
puerta.
A
todos les pareció buena la idea y se marcharon a preparar los disfraces.
Al
día siguiente se juntaron en el patio, ya disfrazados, y se encaminaron hacia
la puerta del edificio, allí los paró el portero y les preguntó:
-
¿A dónde van ustedes?
–
Al desfile de disfraces –le contestaron todos a la vez.
–
No podéis salir porque todos estáis DEMENTES.
–
Sí podemos salir porque todos vamos vestidos de FRESES.
CORRIDA DE TOROS EN LA MALAGUETA
Una
vez más, los carteles anunciaban la corrida que tendría lugar en Málaga y Curro Romero era el gran atractivo del
cartel.
Las
entradas se agotaron y muchos aficionados se quedaron fuera de la plaza por no
poder entrar.
Curro tuvo una tarde
desastrosa y las almohadillas volaban por encima de los tejados de la plaza.
Uno
de los que no pudo entrar, al verlas volar, dijo:
-
¡Qué tarde de toros me estoy perdiendo!
EL GITANO Y EL TORERO
Un
gitano siempre iba acompañando a un torero, lo hacía para ayudarle, no cobraba
sueldo pues a él le bastaba con estar junto al torero en las corridas y en las
fiestas, por lo que se comía y bebía.
Pasó
el tiempo y el torero ya no firmaba corridas, estaban en las últimas y el
gitano se ofreció para ser torero, así podrían continuar con la buena vida.
Recibió
del maestro las instrucciones pertinentes para triunfar pero no debía de
olvidar la principal, comprar dos pesetas de “cerote”. Con él iría a la
corrida, lo cogería con una mano a la vez que al capote, así recibiría en el
centro de la plaza al toro, se arrodillaría frente a la puerta de toriles y,
cuando viniera el bicho hacia él, le levantaría el capote y le mostraría el
“cerote”.
El
maestro le aseguró que cuando el toro oliera el cerote se detendría ante él y
la plaza lo aplaudiría a rabiar.
El
día de la corrida el gitano hizo lo previsto pero, cuando vio venir al toro
hacia él a gran velocidad y echando saliva por la boca, se olvidó de todo y de
un salto se fue a las gradas con el público.
Cuando
se vieron fuera de la plaza le dijo el torero:
-
¿Por qué no le enseñaste el “cerote”?
–
Porque estaba resfriado, no viste los mocos que echaba por la nariz… !!!Cómo iba a oler el “cerote”!!!
LAS VOLANTONAS
Iban
paseando dos gitanos por la calle Larios, en Málaga, y le dice el mayor al jovencillo:
-
Vamos a coger “volantonas”.
-
¿Quiénes son esas? –le preguntó el joven.
-
Las colillas que tiran los señoritos al suelo.
Después
de un rato cogiéndolas apañaron una buena bolsa, se sentaron en el banco de un
parque y comenzaron a desliarlas. Una vez que acabaron liaron un pitillo cada
uno y entonces se encontraron con que no tenían lumbre. Estaban en esas cuando
apareció por ese lugar una pareja de la Guardia Civil.
El
gitano joven le dijo al mayor:
-
Esos me van a dar lumbre.
El
otro gitano, por su experiencia, le aconsejó:
-
A esos no le pidas nada que siempre van con paso ligero, vista al frente y mala
leche.
El
gitano joven no le hizo caso y se acercó hasta ellos:
-
Buenas tardes señores guardias… ¿Me pueden dar ustedes lumbre?
Uno
de los guardias en vez de lumbre le dio un par de guantazos y, mientras los
recibía, el gitano mayor le gritaba desde lejos:
-
¡¡¡Compadre chupa fuerte, que no se te
apague y aquí, en el banco, encenderé yo!!!
LA SUEGRA
Un
señor camina por la acera de una calle y en ese momento observa que pasa un
cortejo fúnebre por la calzada. De casualidad descubre que entre los familiares
está Pepe, un amigo.
Se
acerca hasta él para interesarse por lo ocurrido:
-
¡¡¡Pepe!!!
Se
abrazan y Nicasio le pregunta:
-
¿Qué familiar ha muerto?
–
La suegra.
-
¿De qué ha muerto? –insistió Nicasio.
–
La mula del suegro que le ha dado una patada.
-
¡¡¡Le compro a tu suegro la mula!!! –le propuso Nicasio.
LOS MOSQUITOS
Rafael
y Antonio eran dos amigos que todos los días, después de acabar el trabajo, se
juntaban a tomar un café y charlar.
Un
día llegó Rafael con la cara y los brazos llenos de picaduras y Antonio le
dijo:
-
¡¡¡Esta noche se han puesto los mosquitos contigo las botas!!! –ironizó
Antonio.
-
¡¡¡Las botas, los calcetines y la madre que los parió!!!
Se
rieron durante un rato con la respuesta y Rafael preguntó a Antonio:
-
¿En tu casa no hay mosquitos?
-
¡¡¡Ni uno!!! –contestó Antonio mostrándose muy orgulloso.
-
¿Cómo lo consigues? –preguntó Rafael muy interesado en encontrar la solución.
–
Tengo puesto en cada ventana un retrato de la suegra… ¡¡¡Y no entra ni uno!!!
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