Colaboración de José Martínez Ramírez
Dedicado a Villargordo, tan cerca pero tan lejos.
Estaba
la Luna en el firmamento
mirando
al hombre, tan lejos de Belén.
Las
estrellas fugaces, sin consuelo,
la
llamaban diciendo… ¡Luna, ven!
Una
ráfaga de estrellas y viento,
siendo
capaz del mal y también del bien,
ignoraba
al caminante hambriento
cantando,
aceitunero de Jaén.
Abrázame,
junto a tu verdad y atento,
que
ese detalle es un fuerte sostén,
porque
es un abrazo, en el lamento.
Si
es un guiño del corazón también
vale
más, y como Dios yo no miento,
que
los perdones de todo un almacén.
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