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jueves, 12 de febrero de 2015

POEMAS DE CUANDO YO ERA CHIQUITILLO

Colaboración de José Martínez Ramírez
Entrega I 
               

                 I
Soñar lo que soñamos
y despertar, si lo hacemos,
con amenazas o bostezos
o caballos de cartón.

Sólo vive quien sueña
despacio y en silencio,
bajo un farolillo de neón,
con el corazón abierto
y sin tener un nombre
que expulsar al viento.
                 II
En la noche estalla el recuerdo
de cuando la luna  me quería,
pétalos marchitos que el tiempo
enterró en una tarde vacía.

Allí, donde en perfecta comunión
se abrazan el mar y el cielo,
allí, donde la luz es sueño
y el agua dádiva al color
esperaré que llegues, mi amor,
con un nardo para tus labios
y una rosa para tu pelo.
Te espero, donde muere el sueño
y donde nace la razón.
                    III
Y mira que les gusta verme
humillado como un perro,
qué les importa lo que haga
si, a veces, ni yo sé qué quiero.

Qué vida más graciosa
de algunos de mi pueblo,
sin tener otro quehacer
que tirar un nombre al suelo.

Pero lo más gracioso del asunto
es que te saluden luego
con un palmotazo en la espalda
o con la mirada puesta en el pecho,
sin dejar de hablar después
mal de tu encuentro,
o intentando meter broza
a lo que realmente quiero.

Disculpa, vida, que me desvíe
del tema que a tratar vuelvo,
tan sólo quería decirte,
una vez más, lo mucho que te quiero.
                    IV
Solo, triste e invisible
miro desde tus ojos
la huella azul que dejaron tus labios
sobre las hojas caídas de mis grises otoños.

A veces, sonríen mis noches
a los sueños de tu cálido estío
y mis ojos buscan la luz
para alumbrar tu cariño.

A veces, mi imaginación destroza
la dulzura de mis sueños
y se desvisten tus nubes brumosas,
con la levedad de un beso.


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