Colaboración de Paco Pérez
La figura del “Buen pastor” nos recuerda siempre cuáles
son las obligaciones de los cristianos para quienes más necesitan nuestra ayuda
o nuestros cuidados. Jesús tomó este ejemplo de lo cotidiano de su entorno, el
pastoreo. Esta profesión era una forma de conseguir el sustento de la familia y
su práctica llevaba aparejada una serie de obligaciones y peligros: Alimañas y
ladrones de ganado. El pastor conocía su trabajo y siempre procuraba dar las
respuestas adecuadas cuando se presentaban las dificultades. Un aspecto muy
importante de esta profesión es resaltado por Jesús: “El buen pastor debe conocer a sus ovejas y éstas a él”.
San Juan fue
testigo, conoció a fondo la realidad del mensaje de Jesús y por eso supo que
somos hijos de Dios, de ahí que nos recuerde una realidad, lo más importante no
es lo que vivimos sino lo que está por venir.
San Pedro también fue
testigo y es el ejemplo vivo de una experiencia: Era hombre y, al igual que los
demás, no comprendió la realidad de Jesús hasta después de que “resucitara”, por esta realidad se
transformó y ya no dudó.
Su mensaje nos introduce
en el campo de la “fe”. Hablamos
mucho de ella pero no la tenemos, la curación que hizo Pedro fue en nombre de
Jesús y es el camino para quienes la buscan de verdad.
Hoy día este mensaje cobra
actualidad porque “no hay pastores
honrados suficientes”, los elegimos y les pagamos abundantemente para que cuiden
de nosotros y ellos, aplicando una mala gestión durante muchos años, han
llevado a la sociedad a una situación límite en sus necesidades vitales… ¡¡¡Así
no podemos seguir!!! ¿Por qué?
Estos pastores modernos no
conocen a sus ovejas una vez que están instalados en el poder; consideran que
es mejor, para ellos, dejar de aplicar en su trabajo las tradicionales funciones
del “buen pastor” y ya actúan con sus ovejas como las alimañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario