domingo, 26 de abril de 2015

EL BUEN PASTOR

Colaboración de Paco Pérez
La figura del “Buen pastor” nos recuerda siempre cuáles son las obligaciones de los cristianos para quienes más necesitan nuestra ayuda o nuestros cuidados. Jesús tomó este ejemplo de lo cotidiano de su entorno, el pastoreo. Esta profesión era una forma de conseguir el sustento de la familia y su práctica llevaba aparejada una serie de obligaciones y peligros: Alimañas y ladrones de ganado. El pastor conocía su trabajo y siempre procuraba dar las respuestas adecuadas cuando se presentaban las dificultades. Un aspecto muy importante de esta profesión es resaltado por Jesús: “El buen pastor debe conocer a sus ovejas y éstas a él”.

San Juan fue testigo, conoció a fondo la realidad del mensaje de Jesús y por eso supo que somos hijos de Dios, de ahí que nos recuerde una realidad, lo más importante no es lo que vivimos sino lo que está por venir.
San Pedro también fue testigo y es el ejemplo vivo de una experiencia: Era hombre y, al igual que los demás, no comprendió la realidad de Jesús hasta después de que “resucitara”, por esta realidad se transformó y ya no dudó.
Su mensaje nos introduce en el campo de la “fe”. Hablamos mucho de ella pero no la tenemos, la curación que hizo Pedro fue en nombre de Jesús y es el camino para quienes la buscan de verdad.
Hoy día este mensaje cobra actualidad porque “no hay pastores honrados suficientes”, los elegimos y les pagamos abundantemente para que cuiden de nosotros y ellos, aplicando una mala gestión durante muchos años, han llevado a la sociedad a una situación límite en sus necesidades vitales… ¡¡¡Así no podemos seguir!!! ¿Por qué?

Estos pastores modernos no conocen a sus ovejas una vez que están instalados en el poder; consideran que es mejor, para ellos, dejar de aplicar en su trabajo las tradicionales funciones del “buen pastor” y ya actúan con sus ovejas como las alimañas


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