Colaboración de Paco Pérez
Este
acontecimiento desbordó la realidad del día a día en una sociedad incrédula e
inculta porque en aquellos tiempos no habían ocurrido hechos de esa índole y por
ello, cuando resucita Jesús, quedan sorprendidos. Se comportaron así por
desconocimiento profundo del hecho religioso, a pesar de que estuvo Él durante
los tres años de “Vida pública”
enseñándoles el camino del Reino, y, como consecuencia lógica de su nivel
cultural y poca o nula “fe”, por eso se dispararon las explicaciones que intentaban
justificar lo sucedido:
1.-
Las mujeres que acuden por la mañana proclaman que han robado el cuerpo, María
Magdalena principalmente.
2.-
Los no seguidores de su doctrina acusan a sus discípulos de ser los ladrones.
¿Por qué ocurre esta disparidad de
interpretaciones?
Porque
realmente todo lo que rodeó a Jesús y explicó no fue comprendido en su total
dimensión ni antes ni después de su muerte, sólo cuando resucitó y comenzaron las apariciones
los discípulos se transformaron, la “fe” se instaló ya en ellos de manera
definitiva después de los encuentros que tuvieron con Él y, en una de ellas,
les recordó que todo lo que estaba
sucediendo era en cumplimiento de lo que se les había venido anunciando desde
Moisés.
Yo
considero que nuestra creencia transita por la misma situación que vivieron las
gentes de Israel y que por ello también necesita sustentarse de manera fuerte
en la “fe” que se adquiriere cuando comprendemos de verdad el mensaje que Dios nos
dio a través de su Hijo, Jesús.
Dicho
esto me pregunto muchas veces… ¿Tenemos
realmente “fe”?
Manejamos
el concepto “fe” con demasiada ligereza y de ahí que confundamos el hacer
cuatro cosillas con lo que es realmente. Si nos fijamos en el mensaje de la “Resurrección” podemos deducir por él
que la transformación de los discípulos vino cuando manejaron uno hechos
tangibles: caminar, tocar, hablar y comer con
Jesús. Después de esa realidad sus seguidores ya no tuvieron dudas, incluso ya
no temían a la muerte. La realidad del nuevo orden que nos predicó había entrado en
ellos tarde pero ya no dudaban.
Nosotros,
a mi entender, sólo tenemos una oportunidad tangencial para que nuestra “fe”
alcance el nivel óptimo que nos ayude a no fallarle a Dios, meternos dentro de
la Biblia y conocer mejor su mensaje. No veo otro camino mejor para poner en
marcha el amar a Dios y al prójimo.
También
deberemos tomar la enseñanza de Juan como camino cuando no dijo que proclamar
nuestra creencia en Dios no es suficiente si no va acompañada del cumplimiento
de sus preceptos y nos deja bien claro que no debemos pecar pero que, si lo
hacemos, no nos debemos de olvidar de que Jesús siempre intercederá ante el
Padre por notros.
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