Colaboración de José Martínez Ramírez
El
niño escondido tras de su sombra
mira
ensimismado, nadie lo nombra.
La
trastienda más oscura de la feria,
ve
poco por falta de luz, la materia
que
provoca porque tiene mala sombra.
El
sudor y el latido que me asombra.
En
algún lugar de esta miseria,
de
este olvido de carne y arterias,
de
habitación, el niño llora
su
propia muerte, se equivoca.
Con
el daño de la duda tiembla
la
sombra que la muerte le siembra.
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