Capítulo II
Colaboración de Paco Pérez
ANTE LA MANIPULACIÓN…
¡¡¡LOS ANTÍDOTOS!!!
Hace
unas fechas recibí de Miguel Torres Moreno “Carchinilla”, por E-mail un trabajo muy interesante desde el
punto de vista histórico porque ilustra al lector sobre dos personajes muy
conocidos. Al primero no le damos valor porque está presente a diario en la
cocina de nuestras casas, doña PATATA,
y al segundo, en cambio, sí se lo damos porque fue un personaje humano que alcanzó
renombre por ser quien era y por lo que logró mientras vivió y estuvo en el
desempeño de su cargo, me refiero a Federico
II “EL GRANDE”.
Lo
cierto es que el verdadero motivo que me ha impulsado a proponerles este tema
hoy no está relacionado con hacerle publicidad al “tubérculo” porque no lo necesita, él se vende solo debido a que es
un manjar muy apreciado por todos y, sobre todo, por los pequeños. Tampoco entra
en mis cálculos recordar las gestas de Federico
II. La verdadera razón de mi propuesta la desvelaré después de que lean la
historia remitida por el amigo Miguel, la que también se publicó el 5 de octubre de 2013 en el
Blogs “LA TROMPETA DE JERICÓ”. De estas dos fuentes
he tomado la documentación de la publicación. Os animo a que reflexionéis sobre
el mensaje y así comprobaremos en qué coincidimos y en qué no. Ahora a LEER:
LAS “PATATAS” Y FEDERICO II “EL GRANDE”
Las
comemos casi a diario, ya sean fritas, cocidas, asadas o como decimos en el sur
de Andalucía, “a lo pobre”. Las
patatas son, sin duda, un alimento que ha tenido una importancia muy grande a
lo largo de la historia debido a su facilidad de cultivo, bajo coste de
producción y aporte nutritivo de las mismas. Este tubérculo tiene una historia
curiosa o más bien tienes muchas pero hay varias en concreto que servirían para
escribir varios libros.
La
patata, oriunda de América, ya era un alimento muy conocido mucho antes de la
presencia de los españoles. Sus características como alimento eran tales que
hasta algunos “calendarios” de pueblos precolombinos tenían su momento
más importante con la cosecha de las
mismas. Los españoles, tras su desembarco en el continente americano, empezaron
a comprobar sus propiedades en el siglo XVI y tras ver lo bien que aguantaban
largos viajes, empezaron a mandarlas a España.
Pero
sus inicios en Europa no fueron fáciles, ya que en una sociedad con fuerte
influencia religiosa, se veía a la patata con malos ojos al no aparecer en la Biblia.
Se llegó incluso a decir que eran objetos
del diablo y que consumirlas
provocaba enfermedades y catástrofes.
Paralelamente, algunos hombres de ciencia de la época la estudiaban y la veían
como una anomalía botánica (un claro
ejemplo de esto se ve en el nombre dado a las mismas en Francia y algunas zonas
de Bélgica y Holanda: manzanas de tierra).
Si sumamos el miedo popular al alimento con
la visión de una rareza botánica de
coleccionista, la patata estaba destinada al fracaso. Pero la historia iba
a demostrar cuan equivocados estaban los europeos respecto a las mismas. Y es
que las hambrunas en Europa demostraron dos cosas: Que ante malas cosechas,
generalmente las patatas solían aguantar y crecer, y que en tiempos de
necesidad, uno come lo que sea para sobrevivir, aunque pudiese proceder del
propio diablo.
La
patata por lo tanto, empezó a expandirse poco a poco por Europa a través de
España e Italia por el sur, y por Irlanda, Reino Unido y Holanda por el norte
(en Irlanda fue un alimento con una importancia esencial, pues en muchos casos
era lo único que comía la población).
Y
conviviendo el miedo con la necesidad,
llegamos a Federico II “El Grande”,
rey de Prusia (1712-1786). Este hombre ha pasado a la historia por sus campañas
militares, dejando de lado una historia, que personalmente la encuentro aún más
grandiosa: Conseguir quitar las “trabas religiosas-sociales” a la patata
y establecerla como un producto básico en la alimentación. En plena
ilustración, el rey observó las peculiaridades de la patata y lo útil que era
para combatir el hambre. Inicialmente tuvo varios infructuosos intentos de
convencer al campesinado y mundo rural de plantar el producto. Esto fue debido,
además de por el oscurantismo del producto, a que es bien conocido que el mundo
rural debido a la importancia que tiene es muy reacio a grandes cambios ya que
si esos cambios fracasan y provocan malas cosechas el hambre aparece como
enemigo implacable. Por lo tanto, el
monarca observó que necesitaba un
plan. Y para ello ideó una
genialidad:
Aunque
lo que relato a continuación no puedo garantizar que sea verdad al 100% debido
a que podría haber sido exagerado y excesivamente adornado, sí que al menos
tiene una base cierta. El rey mandó plantar patatas en los huertos y algunos
jardines de sus palacios. Junto a ellos disponía una seguridad exagerada, con
la finalidad de que la gente del pueblo pensase que se estaba custodiando algo
realmente importante y valioso. Ayudado por la rumorología, un día, con la
excusa de necesitar efectivos para una batalla, dejó los huertos sin seguridad.
La gente, aprovechando la ocasión asaltó los huertos y pudo comprobar
estupefacta que allí sólo había patatas. Pero caló el mensaje. Si un producto era tan protegido por un rey, debía
de significar que era muy bueno y saludable. Tras robar las patatas, al poco
empezó a surgir el producto en los campos. Pero faltaba un último golpe,
y era que había que quitar el miedo de la gente ante represalias por el robo
(tanto divinas como procedentes del monarca). Y aquí, el rey dio otro golpe. Y
este nuevo golpe consistió en una serie de edictos, conocidos como “los de la patata”. Éstos tenían por objetivo conseguir que las clases
dominantes ayudasen al cultivo de la patata, que se quitasen los prejuicios
sociales a la población haciendo ver que era un buen alimento y que se obligase
a su plantación en determinadas zonas. Y es que la patata era un alimento
excepcional que venía a paliar el hambre cuando había malas cosechas de otros
alimentos. Esto cumple una de las partes de la máxima romana de “pan y circo”. Si la población tenía
alimento, era muy raro que se sublevase (cosa que se comprobó en algunas
hambrunas que azotaron al reino prusiano, al ser la patata el elemento clave de
la alimentación de los prusianos). Popularmente, esto le valió al monarca el
apodo de “El rey de la patata” y
tanto es así que, desde hace muchos años, en su tumba se depositan patatas en
su honor.
Esto
me hace dudar si muchos de los prejuicios actuales hacia muchos alimentos o
cosas, no son realmente más que barreras
para poder disfrutar de una mayor calidad de vida.
OoOoOoOoOOoOoOoOoO
Ahora, si consideras interesante la
propuesta, relee el texto e intenta
así sacar conclusiones propias, yo ya saqué las mías y las voy a exponer sin
miedo a equivocarme porque, además, no es nada del otro mundo y sí es, más
bien, una realidad que nos afecta a diario, la sociedad no se mosquea por ella y
sigue aceptando que “las cosas son así
porque sí”, sin más, y por eso… ¡¡¡El pueblo llano es manipulado por los
poderes públicos y los medios de difusión!!!
¿No piensas
así? ¡¡¡Pues yo sí!!!
¿Habéis comprendido ya qué fue lo
que me pudo impulsar a mostraros esta temática?
Ahora
os voy a ofrecer una pequeña muestra pictórica, en ella se puede comprobar cómo
todos los sectores sociales de aquella época se hicieron eco de ese fenómeno
que impulsó el astuto e inteligente rey. Los pintores, como es lógico, hicieron
su trabajo y levantaron acta del
acontecimiento, lo hicieron plasmando los trabajos que se generaban con su
cultivo en los
lienzos. Veamos unas imágenes del impacto que causó el invento del
monarca:
El
MOTIVO que me ha empujado a publicar
este relato: <Me molesta enormemente
que una minoría, representada en este caso por
Federico II y en nuestros días por los dirigentes políticos de
turno, nos manipule la realidad para lograr llevar a la
mayoría, el pueblo llano y sufriente, con planteamientos que no son verdaderos, hasta
su jardín.>
Un
día, en el curso que imparte Fernando Jiménez Ramírez
organizado por la Parroquia, tratamos el tema de la “conciencia”. Estudiando el tema en casa asocié la teoría con la realidad
y entonces fue cuando concebí la idea de manifestar sin tapujos que la personas
debemos poner los pies en el suelo y comenzar
ya a cultivarla para que pueda derivarse de ese esfuerzo el beneficio
de adquirir un pensamiento libre que
nos permita analizar los mensajes que recibimos del exterior sin dejarnos manipular,
vengan éstos de quienes vengan.
El
escrito de Fernando nos permitía
entrar en contacto con lo que debe ser la interpretación
que debemos dar al dictamen de nuestra CONCIENCIA
y su puesta en práctica, Tomás Moro nos lo enseña y por eso le
pedí a mi maestro que nos preparara su colaboración.
Resulta
curioso comprobar cómo se ayuda Federico
II de la inteligencia para idear
un plan astuto que le permitiera lograr cambiar a sus gentes las ideas absurdas
que otros habían metido en sus mentes, y que no eran verdaderas, sobre la “patata”.
A
él le importaba un comino liberar a su pueblo de las influencias nefastas que
las leyendas infundadas lo habían llevado a rechazar su consumo porque lo que él
buscaba realmente era introducir
a la gente en el consumo de la patata para evitar la hambruna en los tiempos de
malas cosechas, al ser éste un producto más resistente, y así se evitarían los
problemas de manifestaciones que se pudieran generar por el hambre de las
familias sin recursos.
¿Le preocupaba realmente el desmontar las
ideas absurdas que habían montado los clérigos y los hombres de ciencia sobre “la
patata”?
Sinceramente,
creo que no. Opino así porque él jamás la comió y por ello no tenía la fuerza moral necesaria que le
permitiera convencer, en conciencia,
a los demás sobre las bondades de un alimento que ni él mismo consentía que se
lo pusieran en su mesa… ¿Actúa con los
principios de Tomás Moro?
Pasan
los años pero los que NOS GOBIERNAN siguen
haciendo lo mismo que Federico II, es decir, sólo se preocupan de lo mismo, que el pueblo no les cause problemas mediante
la invasión violenta de las calles, si consiguen imponer con sus mañas
estos objetivos ellos y sus clanes seguirán disfrutando de buenos ingresos
personales y, los menos, continuarán haciendo un uso ilegal de los fondos públicos.
Generalizar
y decir que todos son de esta manera o de la otra es injusto, lo mejor será que
nos formemos “una conciencia moral recta” que oriente nuestra opinión
sobre la realidad política que tenemos, de hacerlo así siempre procederemos
pensando en el bien común del pueblo y no en las ventajas personales que nos reporta
una opción u otra cuando votamos.
¿Actuamos así o somos partidistas,
permitiendo con ello que los políticos sigan cometiendo los mismos desmanes?
Que
comiera el pueblo o no le importaba muy poco (a los que nos gobiernan tampoco,
por mucho que hablen de la ciudadanía y de lo que harán para ayudarle) y como
muestra de ello hay que tener en cuenta que él nunca las probó pues consideraba
que era un alimento adecuado para los pobres pero no para él y sus gentes, es
decir, los gobernantes suelen ser clasistas
y se creen de una categoría superior que quienes los aúpan al sillón pero una
vez en él se olvidan de sus valedores... ¡¡¡Esa es nuestra verdadera desgracia!!!
El
pueblo tiene que abrir los ojos ya, no puede seguir sin información y tragarse
lo que los listillos de turno proclamen en los medios proclives lo que les
interesa en cada momento, algo que no es lo mismo que proclamar la VERDAD sobre sus proyectos reales de futuro
para sacarnos de la crisis y no fantasías que nunca pueden cumplirse.
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