Colaboración de José Martínez Ramírez
Durante
las noches de mayo,
en
Villargordo de hogaño
el
azahar embalsama
el
cielo del Paseo. Llama,
de
los niños que hermanos
se
llaman: zutano o fulano.
Ser
uno de esos dramas
que
en el mismo jugaba.
Una
entelequia que araño
perdida
en mi tiempo ufano.
Los
mismos zagales gritaban,
los
de entonces cantaban
las
notas del viejo piano.
Cancionero
tan temprano
que
sus calles quemaban
y
en sus juegos giraban.
Alegres
cuentos livianos,
futuros
sueños marianos.
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