Colaboración de Paco Pérez
EL ARROZ CON ALMEJAS
Un día, Juan
Francisco Guijarro “El papo”
comía con la familia un arroz con almejas. Mientras movían la cuchara y el
bigote hablaban poco y él, cuando ya le quedaban en el plato sólo unas
cucharadas, rompió el silencio sepulcral que habían mantenido para decirle a su
esposa:
- Beatriz, cuando otro día hagas arroz no le eches
almejas.
- ¿Por qué, no las quieres?
– Tú me haces ese favor –le insistió él.
– Pero… ¿Qué le pasa a las almejas?
– Nada.
– Juan Francisco… ¿Qué te pasa hoy con ellas si
siempre te las has comido y nunca has dicho nada?
- Pues nada pero te lo voy a decir hoy… ¡¡¡Porque con ellas engañas a los gatos y a mí!!!
VENDIMIANDO EN FRANCIA
Francisco Tirado Torres era
más conocido como “Frasco
Paratrenes” que por su nombre y
apellidos. Éste era un señor que daba la sensación de tener un carácter tímido
y poco hablador porque cuando tomaba la palabra, algo no habitual en él, lo
hacía con voz suave y lastimera mientras pronunciaba unos dichos y palabros muy
oportunos para la temática que se trataba en ese momento en la reunión y,
entonces, todos los presentes comenzaban a reír con unas ganas tremendas.
Hace ya bastantes años, cuando España estaba
gobernada por Franco, las penurias económicas agobiaban a casi todas las
familias y para paliar algo esas estrecheces algunos miembros de ellas se
marchaban a Francia en el otoño para
la vendimia.
Un año, Frasco
también cruzó la frontera por Irún para vendimiar en el país vecino y lo hizo
acompañado de su hijo Juan Tirado Lerma,
el popular “Juan Pipirrana”.
Una tarde, después de dar de mano en el trabajo, Juan y los otros jóvenes villargordeños
decidieron darse una vuelta por el pueblo donde trabajaban. Se lo comentó a su
padre y a éste no le gustó la idea pero Juan
insistió tanto que Frasco perdió la
batalla y cedió al deseo de Juan.
Cuando éste salió de casa Frasco, que estaba apoyado sobre uno de sus hombros en el quicio de
la puerta, se despidió del hijo y antes de que éste avanzara cuatro pasos
exclamó:
- ¡¡¡Juaaaan,
hijo míííío!!!
Juan detuvo su caminar, se
volvió hacia su padre y le preguntó:
- ¿Qué quieres papa?
- ¡¡¡Ya verááás
cóóómo te la apañas para venir con la chaaapa de una matrícula pegada en las
espaaaaaldas!!!
Frasco, con este
mensaje, le comunicaba a Juan su
preocupación, no deseaba que lo atropellara un coche.
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