Colaboración de Paco Pérez
Cuando
leemos o escuchamos el mensaje de Jesús y lo comprendemos un poco nuestro espíritu
recibe un soplo fresco de la VERDAD, se abre a todo lo que viene de Él, nos
ilusionamos con cumplir sus propuestas y así es como nos fortalecemos los
cristianos. Un tiempo después… ¿Cuando recibimos ofensas y agresiones por
seguirle continuamos su camino sin tropezar, regresamos a casa con las mismas
ilusiones que cuando salimos o lo hacemos cansados y desilusionados?
No
lo abandonaremos si estamos convencidos de que Él estará siempre a nuestro lado
para defendernos y que ya no tendremos que temer a nada y a nadie.
Si
logramos llegar a este punto ya sólo no faltará poner en marcha el proyecto de
cristiano que todos llevamos dentro pero deberemos recordar que para que dé
buenos frutos no nos bastará con decir que tenemos fe, necesitaremos actuar haciendo
buenas obras dentro del ambiente en que caca cual esté inmerso, ahí será donde
nos proyectaremos con nuestro actuar y el prójimo necesitado será el campo de
actuación de nuestro espíritu transformado por el mensaje de Jesús.
Si
decimos que creemos y nuestra vida no está llena de buenas obras pues deberemos
reconducir nuestra religiosidad porque tendremos la mochila cargada de una fe
vacía que sólo genera bonitas palabras e intenciones pero no nos empuja a la
actuación.
La
realidad del día a día es que nuestra fe se alimenta en un costumbrismo
religioso creado por los hombres y no en la VERDAD de Jesús. Aquel nos empuja a
realizar actuaciones que se han instalado entre los cristianos con el paso de
los años, de manera poco seria y no con la luz que regala la Biblia. Esta fe no
es tal porque una religión costumbrista no nos compromete a nada serio, en
cambio, la de ayudar al prójimo sí es bíblica y nos acarrea compromisos
fuertes… ¿Se comprende por qué nos agarramos
a la fe costumbrista y dejamos la que nos habla del prójimo a un lado?
Ocurre
eso a pesar de que todos sabemos que la fe sin obras es inútil, que no sirve
para nada y que es un teatro más de los muchos que se representan a diario en
nuestra sociedad.
La
fe no se compra hay que ir tras ella, profundizar en el mensaje de Jesús nos
ayudará a encontrar el camino y por éste llegaremos a la práctica de las buenas
obras.
Los
discípulos estaban con Él a diario y, a pesar de ello, no lo entendían porque el
Mesías que ellos esperaban se correspondía con la idea equivocada que tenían.
De ahí la respuesta de Pedro y por eso Jesús la rechaza de inmediato. Él no
venía a expulsar a los romanos invasores, quería que nos tratáramos como
hermanos y no como enemigos.
Jesús,
el Mesías, nos mostró el camino de la cruz y nos enseñó que cada cual tiene que
cargar con la suya, seguir sus pasos durante el caminar terrenal y, además, hacerlo sin
quejas. Así encontraremos el premio de la fe para no desfallecer y alcanzar el
Reino.
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