Colaboración de Paco Pérez
El
hombre, cuando es joven, se preocupa de su progreso personal y para así logra “atesorar” propiedades que le
proporcionen el bienestar terrenal a él y a los suyos. Por esa realidad labora sin
escatimar esfuerzos y cuando menos se lo espera aparecen en su salud las
goteras inesperadas que tiene que reparar corriendo, en ese momento se da
cuenta de que su edad está avanzada y, si tiene ciertos principios, entonces se
preocupa de hacer las paces con Dios y de averiguar lo que tiene que hacer para
asegurarse el futuro que tendrá “en el
más allá”. El gran error de este modelo de hombre es justamente ese,
pasarse la vida gestionando los “tesoros
materiales” para acumularlos siguiendo su criterio personal y, al final de
su vida, también intenta gestionar con Jesús el poder seguir con su vida de rico
en el Reino, siguiendo el mismo criterio que tuvo siempre.
Es un error generalizado de la humanidad el
olvidar que la gestión de los bienes se debe hacer pensando en los POBRES, porque son el PRÓJIMO y él es la gran preocupación de
Jesús.
No trabajamos en esa dirección porque no conocemos
la PALABRA de Dios, si lo hiciéramos
comprenderíamos que es clara y que sirve para encauzar o sancionar los
comportamientos del hombre. Si lo hacemos de la forma incorrecta que tenemos
por norma es porque nos atrevemos a interpretarla de la manera que más nos
favorece y para así poder justificar nuestras desviaciones.
Tomemos como ejemplo, para que nos muestren lo que
hacemos, las lecturas de hoy, para ello nos fijaremos en la conversación de
Jesús con el joven rico y así después podremos razonar:
- [Maestro
bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?].
– [¿Por qué
me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.] –le contestó Jesús.
La Iglesia está formada por hombres con virtudes y
defectos pero tomaré como referencia de comportamientos con el prójimo una
realidad que se repite y que yo no comprendo si tomo las palabras de Jesús:
- [No hay
nadie bueno más que Dios.].
Cuando de la interpretación de la Biblia se trata
no me gusta que sr hagan cosas que nos lleven, siendo unos ignorantes, a pensar
que no se debían de hacer. El ejemplo que sustenta mi pensamiento está en que nos
proponen con suma frecuencia a personas que fueron muy dignas en su vida y que dieron
ejemplo, después de morir son elevadas a los altares como santos.
Opino así porque Jesús colocó al joven rico el
filtro para reprochar la opinión humana sobre los demás y sólo salvó a Dios, ni
Él se aprobó en ese campo… ¿Cómo es
posible que los hombres responsables de la Iglesia se olviden de este pasaje y no
paren con las santificaciones por muy buenas que fueran estas personas, nadie
lo duda?
La prudencia
y la sabiduría son dones que
Dios nos regala para que, administrados al unísono, tengan un valor único en
quienes saben apreciar lo recibido. Cuando caminamos alejados de la razón nos
emparentamos con otros valores perniciosos que el hombre ha elevado a una
categoría que no le corresponde, el afán
de acumular riqueza.
Si el hombre diera prioridad a la sabiduría en sus peticiones a Dios, así
lo hizo Salomón, y se olvidara de lo que realmente esclaviza al hombre, las propiedades materiales, entonces habría
apostado por lo que de verdad le da libertad
y felicidad pues en cada momento
sabría elegir el camino adecuado.
El Papa tuvo un encuentro en Cuba con los obispos
y religiosos, les reclamó pobreza y misericordia, antes había escuchado
los testimonios de un Obispo y de
una Hermana de la Caridad. Cuando en
su intervención habló de la “pobreza”
les recordó el texto evangélico de hoy, expuso la necesidad de servir a quienes
necesitan ayuda humana y material porque la sociedad da la espalda a esa
responsabilidad como el joven rico del evangelio debido a que también tememos a
la “pobreza”, este problema pasa a
diario delante de nosotros y la respuesta que damos es mirar para otro lado. El
hombre debe saber que puede ser el más listo para ganar recursos materiales
pero esa capacidad le hará ser el último en el Reino.
También habló con crudeza de las comunidades
religiosas que acumulan dinero y Dios, que no desea que actúen así, les manda
un ecónomo despilfarrador que los
lleva a la ruina.
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