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sábado, 28 de noviembre de 2015

EL ADVIENTO I

Colaboración de Paco Pérez

El Adviento es un periodo temporal que se instauró con el deseo de que los cristianos se fueran preparando para celebrar el nacimiento de Jesús.
¿Qué hacemos, realmente, en nuestro ámbito familiar y parroquial durante el Adviento?

Si somos sinceros reconoceremos que en el ámbito familiar hacemos poco o muy poco. Procedemos así porque la formación que tenemos la hemos recibido de nuestros mayores y ellos de los suyos… Lo que aprendimos lleva el sello de ellos, nadie se preocupó con seriedad de cambiarnos el paso y por eso, ahora, no se le puede pedir al olmo que dé peras. Nos limitamos, la mayoría, a la visita semanal al templo y allí es donde escuchamos los mensajes que intentan enderezarnos el rumbo, ahora girando sobre el Adviento. Se nos despertará durante estas semanas, en los templos, la tradición navideña y, cuando regresemos a casa, nos encaminaremos a la dependencia donde guardamos los trastes de poco uso y lo haremos con la intención de recuperar la caja donde están guardadas las figuras del “belén”, localizadas las llevaremos al salón. Durante el montaje disfrutaremos y trataremos de que no le falte ningún detalle.
¿Hacemos algo más en nuestro ámbito de comunidad cristiana para dar verdadero sentido al tiempo de Adviento?
Que cada uno se dé, en su interior, la respuesta y que entonces  decida qué debe hacer, partiendo de lo que hace, para modificar su conducta cristiana.
Como ayuda para caminar hacia el “belén” debemos saber que conseguiremos algo positivo mirando al pasado, así conoceremos qué aconteció y que eso nos llevó hasta donde estamos; después, apoyados en la experiencia de esos hechos negativos, ya comprenderemos mejor los acontecimientos del presente y entonces, conocedores de esas realidades, será el momento de mirar hacia el futuro.
Si lo hacemos apoyados en lo aprendido entonces estaremos caminando de manera correcta y habrá posibilidades de enderezar el rumbo perdido. Si seguimos caminando indolentes, anclados en la tradición, sin profundizar en la verdad y sin comprometernos a nada, entonces, el presente no se remeditará y dejaremos a las nuevas generaciones un futuro cargado de rutinas que será peor que el presente que ahora tenemos.
En nuestros días el pueblo vive angustiado con la crisis de familia, de valores, de inseguridad ciudadana, de la economía… Por todo esto vive agobiado desde ya bastante tiempo pero no mira al pasado para tomar la referencia histórica del pueblo de Dios, si lo hiciera se encontraría con la realidad de que también vivió momentos complicados. De hacerlo, aprenderíamos que confiaron  en Dios y no les faltó la esperanza; al final le desaparecieron los problemas y la normalidad se restauró. No obstante, se olvidaron de lo recibido y no miraron hacia atrás, no rectificaron el rumbo y se le volvieron a repetir las vivencias de dolor que padecieron en otros tiempos.




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