Colaboración de Paco Pérez
Jesús
Entró en la sinagoga y una gran expectación lo acompañó porque sus paisanos
conocían las cosas buenas que había hecho en Cafarnaum, esperaban de Él que las
repitiera en su pueblo y porque ansiaban recibir soluciones guerreras para su
opresión, pero Él les habló de algo diferente e inesperado para ellos cuando,
después de leer el libro sagrado, les dijo: [Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.].
No
les habló de violencia, lo que más deseaban ellos escuchar, y sí les mostró el
camino del Reino de Dios. Se lo mostró como la forma de lograr la liberación de aquellos que
estaban oprimidos por las injusticias de
la sociedad. Al hablarles lo hizo con total decisión y sin miedo pero sus
paisanos no lo comprendieron, se molestaron con Él y no aceptaron lo que les decía;
esta actitud que tomaron fue porque no podían creer que un simple carpintero que
había crecido entre ellos ahora viniera a liberarlos.
Esta
postura es muy frecuente entre los humanos porque nos resistimos a aceptar lo
bueno que viene de un paisano pero si viniera de uno de fuera entonces lo
aceptaríamos rápidamente y sin reproches.
En
Él buscaban señales grandiosas pero cuando
les muestra el plan de Dios con gran sencillez no lo entienden, no le dan el
valor que realmente tenía y lo rechazan.
Lo
que le sucede a Jesús ese día en la sinagoga se comprende mejor con la ayuda de
la primera lectura, el relato de un hecho que sucedió en el año 628 a. C. y
cuyos protagonistas son Dios y Jeremías. En él comprobamos cómo actúa el Señor con
quienes elige para que, actuando en su nombre como profetas, anticipen a su
pueblo lo que Él quiere de las personas. Le enseñó lo que debía hacer, lo
previno anunciándole que por esa labor recibiría a cambio el rechazo de quienes
lo escucharan y le pidió que no tuviera miedo porque Él siempre estaría a su
lado cuando les hablara de la verdad,
misión que siempre le sería muy problemática y peligrosa porque tendría que
hablarles de los intereses ruines que, muchas veces, mueven a las personas y a
los poderes públicos cuando hacen algo en representación de los demás.
Desde
los tiempos de Moisés se celebraba, cada cincuenta años, el “Año del Jubileo” y tenía la sana finalidad
de “LIBERAR a los OPRIMIDOS”, era
una acción sana y loable porque con ella se conseguían varios objetivos: Anular las deudas pendientes de quienes
estaban agobiados; devolver las
propiedades adquiridas por los compradores a sus antiguos dueños, así se evitaban
las acumulaciones excesivas en pocas familias, y conceder la libertad a los esclavos.
Con
estas normativa se enseñaba a los hombres que Dios es el único dueño de lo que
hay en la Tierra. Debemos reconocer que para la convivencia social era algo muy
bueno porque se pretendía mantener unidas a las familias porque teniendo un
patrimonio suficiente llevarían una vida digna y feliz pues los egoísmos no
tendrían entrada.
También
se hacía en recuerdo de la igualdad
que había entre las personas cuando llegaron los hijos de Israel a la tierra
prometida, entonces nada era de nadie y todo era de todos.
Jesús
se refería a este punto de partida como
paso referencial y necesario para iniciar un cambio urgente en la sociedad de
su tiempo por la gran diferencia que en esos tiempos había también entre pobres
y ricos. Él ponía las Sagradas Escrituras delante de ellos para justificar sus
explicaciones y respuestas cuando les hablaba de estas cosas con claridad, a pesar
de ello fue rechazado y por estas cosas que se dieron en él se puede decir que era
un PROFETA, es la condición real que
le correspondía.
El EGOÍSMO del pueblo
judío quedó patente cuando le muestra a Jesús su rechazo, la causa que lo
originó fue: Ellos esperan de Él una
solución LIBERADORA para su problema con los romanos y Él les habla de una
LIBERACIÓN UNIVERSAL para todos los oprimidos porque para Dios todos somos
iguales.
Finalmente,
tenemos que tomar de San Pablo la luz que aporta para mejorar el comportamiento
del cristiano: Tener fe, esperanza y,
sobre todo, mucho AMOR al prójimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario