Colaboración de José Martínez Ramírez
Aquello que Raimundo tiene,
es un pointer con mucha clase.
El riñón, tan cerca del vientre,
que el pobre siempre vive en trance.
Mucha caza con el obtiene,
aunque mil perdices desplumase,
por falta de olla, en pie no se sostiene
y los huesos parecen que arrollasen
el pelo, porque piel no contiene.
Esta calavera solo quiere tumbarse.
Que bueno, cuando interviene
en un lance, como para fiarse…
Se jaló un conejo para que truene
Raimundo en sol, y se agachase
al suelo de rodillas y a su nene,
abrazado, le decía que no llorase.
Más tarde, en la perrera que tiene,
corriendo por hambre casi se le sale…
¡Y dice Raimundo que se abstiene
de comer el pobre huesos y carne!
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