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jueves, 24 de marzo de 2016

SEMANA SANTA DE PASIÓN

Por D. Juan Antonio Martos Moreno
Capítulo V
JUEVES SANTO
El “Cristo del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza” recorren nuestras calles en esta tarde-noche.


Recordamos el gesto de la “última cena” y el “lavatorio de los pies” a sus discípulos, haciendo un gesto de humildad y constituyendo a sus discípulos en sacerdotes mediadores de su palabra, de sus sacramentos y de su salvación.
Cuando llegue la noche, Jesús vivirá la angustia de lo que está a punto de sucederle.
La imagen de Cristo con los sufrimientos de un hombre resignado en su silencio; sumido en la turbación, en el miedo y en la amargura de sentir de cerca que llega el final, le hace sudar dolorosas gotas de sangre.


Sus amigos se han dormido, ahora está solo, sólo los olivos centenarios de Getsemaní son testigos:
- ¡PADRE, APARTA DE MI ESTE CÁLIZ, PERO NO SE HAGA MI VOLUNTAD, SINO LA TUYA!
¿Por qué te abandonan, Nazareno? ¿Dónde están los que te aclamaban con ramos y palmas? ¿Por qué te abandonan, Nazareno? ¿De qué te acusan, Nazareno? ¿Cuál es tu pecado?
Pero sus labios sellados solo aciertan a decir:
- ¡Amaos los unos a los otros como yo os he amado!
Hasta en esto le hemos fallado.


¿Cuántos cofrades encienden su vela y piensan, cuántas veces hemos abandonado al que más nos necesitaba? ¿Cuántas veces retiramos el hombro cuando más duele el peso del dolor ajeno?
¿Cuántas veces hemos estado en misa, hemos escuchado la palabra de Dios en la homilía y nos hemos preguntado, lo habrá dicho por mí, se referiría a mí? ¿Por quién lo dirá? ¿Cuántas veces se nos ha dicho en la colecta dominical que seamos generosos? ¿Lo hemos sido siempre, algunas veces o quizás ninguna?
Poco a poco, se va alejando Jesús, en el huerto.
Entre el terciopelo verde y la plata, entre la cera derretida y la noche clara, asoma al cancel la “Virgen de la Esperanza”.

La música se desparrama, forma alfombras de notas y caminos de sosiego.
La madre de Dios, como siempre, va detrás de su hijo. Empieza el caminar lento… Paso a paso, paso a paso.

Toda su vida esperando… ¡La amargura del momento!
Nunca dudaste, buena madre y siempre confiaste en su palabra…
¡Enséñanos, María, a no perder nunca la esperanza!

María, esperanza del que sufre, esperanza del que anhela, esperanza del que vive y del que espera una vida nueva.
Cuando regresan al templo las puertas están cerradas, ahora todo es silencio. Dentro, Jesús está acompañado en el Santísimo Monumento y, en una recogida capilla, allí es adorado.



Sus amigos, los villargordeños, no lo abandonan en la noche de la traición. No lo dejemos solo en el sufrimiento. Blancos, moraos, verdes y pueblo… ¡Acompañemos, con la oración, a Jesús y reflexionemos sobre su agonía!
Jesús sigue hoy entre nuestros hermanos enfermos; entre los que están solos y entre los que son marginados, explotados, perseguidos o despreciados.




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