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domingo, 27 de marzo de 2016

SEMANA SANTA DE PASIÓN

Por D. Juan Antonio Martos Moreno
Capítulo VI
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Hemos entrado de lleno en el Domingo de Resurrección, es el aniversario del triunfo de Cristo sobre la muerte.

CELEBRAMOS LA REDENCIÓN Y LIBERACIÓN DEL PECADO DE LA HUMANIDAD POR EL HIJO DE DIOS.
Dispongámonos a vivir otra Semana Santa, preparemos nuestro corazón para acompañar a Jesús en el misterio de su Muerte y Resurrección.
¡Que estos días nos unan a todos, entorno a la Cruz de Cristo!
En Jn 3,16 se nos dice: [Tanto amó Dios al mundo que entregó a su único hijo para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna.].
Y, en Jn 11, 25: [Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera, vivirá y todo el que cree en mí no morirá para siempre…].


















La vida, para los cristianos, tiene sentido porque CRISTO ha vencido al pecado, al sufrimiento y a la muerte.
DESPEDIDA
Aquí termina mi intervención, la he escrito desde lo más profundo de mi corazón y ahora, queridos cristianos de Villargordo, sólo me queda invitaros a que vivamos juntos una Semana Santa desde la fe, desde el respeto a nuestros hermanos, hermandades, cofradías y, sobre todo, junto a los más necesitados, a los más humildes, a los desconsolados y a los marginados.
Que en estos días de Semana Santa sepamos acoger a todos los que nos visiten con amor fraterno, como nos enseñó JESUS cuando dijo: [Amaos los unos a los otros como yo os he amado.].
Que cada uno de nuestros corazones viva, en su interior, la Semana Santa como ha de vivirse, para que nuestros corazones sean verdaderamente corazones de hermanos y que la vivamos conforme al ejemplo de Jesús. No debemos quedarnos en hoy, ni en mañana, ni pasado mañana, sino durante todo el año. Para ello le pido y le rezo al SANTISIMO CRISTO DE LA SALUD, nuestro patrón, para que vele por todos nosotros y por todo el pueblo en general.
Espero que mis palabras os hayan servido para adentrarnos en el misterio de este hecho histórico-religioso. Así, como os lo he contado, es como yo veo a la sociedad en la que nos ha tocado vivir y a la Semana Santa de mi pueblo.
Y a ti, pueblo que eres mi cuna y mi casa, que, con respeto, has levantado tus colores y el cirio con la llama pascual y que durante una semana has hablado, con el lenguaje sincero de tus gentes, para gritar a los cuatro vientos aquello en lo que crees, a ti te invoco y ante ti exclamo:
¡Bendito seas Villargordo, porque has creído!
¡Aleluya, Aleluya!










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