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domingo, 15 de mayo de 2016

LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

Colaboración de Paco Pérez      
Pentecostés se celebra cincuenta días después de la muerte de Jesús y en ella se recuerda que el Espíritu Santo fue enviado por el Padre al lugar donde estaban reunidos unos asustados seguidores de Jesús. Este acontecimiento les fue anticipado por Él antes de abandonarlos, cuando les ordenó que esperaran en Jerusalén el cumplimiento de la promesa del Padre... ¡La venida del Espíritu Santo!

Cuando llegó el momento se cumplió lo que les había prometido y el Espíritu Santo vino a ellos, lo hizo con presencia real y se manifestó acompañado de unos signos palpables: Mediante un signo invisible, el viento, y otro visible, el fuego. Éste último lo hizo sobre cada uno de los reunidos.
El momento que vivieron debió ser transcendental para aquellos hombres porque sufrieron una transformación instantánea con la presencia del Espíritu Santo pues pasaron de estar asustados a no temer nada, de encerrarse a salir al exterior, de no comprender lo que Jesús les enseñó y le ocurrió a dar testimonio de su mensaje, de ser rechazados a ser comprendidos por todos y, además, en la lengua de cada uno…
Que el Espíritu Santo les abriera las entendederas fue la clave para la expansión del cristianismo, desde ese momento vieron con claridad las evidencias que Él les enseñó y que ellos no comprendieron en su momento. Ejemplo: Cuando Jesús les expuso la parábola del “Buen samaritano”… ¿Fue entendido por ellos y el pueblo? ¿La entendemos en nuestros días?
Creo que no porque si después de tanto tiempo los hombres consienten que la economía mundial esté descompuesta será, supongo, porque se sienten insatisfechos con el capital que han logrado acumular de manera poco sana, no me queda otra explicación que justifique su comportamiento egoísta. También pienso en la posibilidad de que el Espíritu Santo no haya entrado todavía en sus corazones o que sí lo haya hecho y se estén comportando como los ciegos y los sordos… ¿Por qué no cambiamos todos y lo escuchamos de una vez y para siempre, cada uno en el marco de nuestras posibilidades y en nuestro ambiente?
Lo que sucede se debe a que no escuchamos o no leemos los textos de la Biblia. Por ejemplo: [Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un sólo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un sólo cuerpo. Y todos hemos bebido de un sólo Espíritu.].
Éste es una de las muchas realidades que se nos muestra en ella para orientarnos y por ello debemos mirar a la experiencia de Jesús y sus contemporáneos con Juan en el Jordán… ¡El Espíritu Santo también estuvo presente allí!
¿Tenemos en cuenta esas huellas evangélicas en nuestra vida cristiana?
Me siento perdido cuando asisto a los actos en los que se administra al Bautismo o la Primera Comunión a criaturas que no saben de qué va el tema y, por ello, sin pedirles su conformidad. Cuando ocurre siempre me asalta la misma pregunta… ¿Es correcto proceder así o habría que esperar?
Considero que no se debería de hacer a esas edades y lo digo por la experiencia de los frutos que se obtienen después… ¿Qué se puede esperar si, en la mayoría de los casos, las familias hemos convertido ambos sacramentos en un acto social de mucha fiesta y poca o nula carga espiritual?
Mi abuelo me decía:
- A las pruebas de mi experiencia familiar me remito querido nieto.
Siguiendo su enseñanza expongo que, cada mañana, la publicidad radiofónica me alimenta con la noticia comercial de que una ferretería de Jaén tiene toda clase de regalos para la “Primera Comunión”. Por esa realidad, los niños y los familiares están más cerca de la fiesta que de lo que van a recibir.
¿De quién es la culpa?
Habrá que repartirla entre todos los sectores implicados pero el remedio deben prescribirlo siempre los doctores y, teóricamente, éstos están en la Iglesia… ¿Por qué no se toman medidas?
A mi entender, siempre hubo y hay mucha prisa y este proceder nos lleva a no tener paciencia para fijar un plan y esperar un tiempo a que dé sus frutos.
Viajemos hasta los tiempos de Jesús para recordar qué reacciones tuvieron sus más próximos con los acontecimientos que les tocó vivir cuando murió… ¡¡¡Estaban asustados y no comprendían nada!!!
Si leemos este texto con detenimiento encontraremos las ayudas que Él les proporcionó para sacarlos de su estado deprimente y confuso: [Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y diciendo esto les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús  repitió: “Paz a vosotros”. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedarán retenidos.].
Los cristianos podemos argumentar cualquier razón para justificar nuestro comportamiento cristiano pero si ellos recibieron entonces la ayuda que acabamos de leer… ¿Por qué no salvamos la distancia de los tiempos, abrazamos el mismo mensaje e intentamos después cambiar nuestro comportamiento pidiendo al Espíritu Santo que nos ayude a caminar para ser útiles en su aplicación?




















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