Colaboración de Paco Pérez
Pentecostés se celebra
cincuenta días después de la muerte de Jesús y en ella se recuerda que el Espíritu Santo fue enviado por el Padre
al lugar donde estaban reunidos unos asustados seguidores de Jesús. Este acontecimiento les fue
anticipado por Él antes de abandonarlos, cuando les ordenó que esperaran en Jerusalén el cumplimiento de la promesa
del Padre... ¡La venida del Espíritu
Santo!
Cuando
llegó el momento se cumplió lo que les había prometido y el Espíritu Santo vino a ellos, lo hizo con presencia real y se
manifestó acompañado de unos signos palpables: Mediante un signo invisible, el viento, y otro visible, el fuego.
Éste último lo hizo sobre cada uno de los reunidos.
El
momento que vivieron debió ser transcendental para aquellos hombres porque
sufrieron una transformación instantánea con la presencia del Espíritu Santo pues pasaron de estar
asustados a no temer nada, de encerrarse a salir al exterior, de no comprender
lo que Jesús les enseñó y le ocurrió a dar testimonio de su mensaje, de ser
rechazados a ser comprendidos por todos y, además, en la lengua de cada uno…
Que
el Espíritu Santo les abriera las
entendederas fue la clave para la expansión del cristianismo, desde ese momento
vieron con claridad las evidencias que Él
les enseñó y que ellos no comprendieron en su momento. Ejemplo: Cuando Jesús les
expuso la parábola del “Buen samaritano”…
¿Fue entendido por ellos y el pueblo?
¿La entendemos en nuestros días?
Creo
que no porque si después de tanto tiempo los hombres consienten que la economía
mundial esté descompuesta será, supongo, porque se sienten insatisfechos con el
capital que han logrado acumular de manera poco sana, no me queda otra
explicación que justifique su comportamiento egoísta. También pienso en la
posibilidad de que el Espíritu Santo
no haya entrado todavía en sus corazones o que sí lo haya hecho y se estén
comportando como los ciegos y los sordos… ¿Por
qué no cambiamos todos y lo escuchamos de una vez y para siempre, cada uno en
el marco de nuestras posibilidades y en nuestro ambiente?
Lo
que sucede se debe a que no escuchamos o no leemos los textos de la Biblia. Por ejemplo: [Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y
tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos,
son un sólo cuerpo, así es también Cristo.
Todos
nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un
mismo Espíritu, para formar un sólo cuerpo. Y todos hemos bebido de un sólo
Espíritu.].
Éste
es una de las muchas realidades que se nos muestra en ella para orientarnos y
por ello debemos mirar a la experiencia de Jesús y sus contemporáneos con Juan
en el Jordán… ¡El Espíritu Santo también estuvo
presente allí!
¿Tenemos en cuenta esas huellas evangélicas en
nuestra vida cristiana?
Me
siento perdido cuando asisto a los actos en los que se administra al Bautismo o la Primera Comunión a criaturas que no saben de qué va el tema y, por
ello, sin pedirles su conformidad. Cuando ocurre siempre me asalta la misma
pregunta… ¿Es correcto proceder así o habría que esperar?
Considero
que no se debería de hacer a esas edades y lo digo por la experiencia de los
frutos que se obtienen después… ¿Qué se
puede esperar si, en la mayoría de los casos, las familias hemos convertido
ambos sacramentos en un acto social de mucha fiesta y poca o nula carga
espiritual?
Mi
abuelo me decía:
-
A las pruebas de mi experiencia familiar me remito querido nieto.
Siguiendo
su enseñanza expongo que, cada mañana, la publicidad radiofónica me alimenta
con la noticia comercial de que una ferretería de Jaén tiene toda clase de regalos
para la “Primera Comunión”. Por esa realidad,
los niños y los familiares están más cerca de la fiesta que de lo que van a
recibir.
¿De quién es la culpa?
Habrá
que repartirla entre todos los sectores implicados pero el remedio deben
prescribirlo siempre los doctores y, teóricamente, éstos están en la Iglesia… ¿Por qué no se toman medidas?
A
mi entender, siempre hubo y hay mucha prisa y este proceder nos lleva a no
tener paciencia para fijar un plan y esperar un tiempo a que dé sus frutos.
Viajemos hasta los tiempos de Jesús para recordar qué reacciones tuvieron sus
más próximos con los acontecimientos que les tocó vivir cuando murió… ¡¡¡Estaban asustados y no comprendían nada!!!
Si
leemos este texto con detenimiento encontraremos las ayudas que Él les proporcionó para sacarlos de su
estado deprimente y confuso: [Al
anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una
casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se
puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y diciendo esto les enseñó las
manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: “Paz a vosotros”. Como el Padre me
ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre
ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedarán
retenidos.].
Los
cristianos podemos argumentar cualquier razón para justificar nuestro
comportamiento cristiano pero si ellos recibieron entonces la ayuda que
acabamos de leer… ¿Por qué no salvamos
la distancia de los tiempos, abrazamos el mismo mensaje e intentamos después cambiar
nuestro comportamiento pidiendo al Espíritu Santo que nos ayude a caminar para
ser útiles en su aplicación?
No hay comentarios:
Publicar un comentario