Colaboración de D. Ramiro Aguilera Vaquero
¿ESCASEZ DE ENERGÍA?
El
profesor de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Yuval Noah Harare, en su libro “Sapiens. De animales a dioses”, afirma lo siguiente:
¿Por qué hay tanta preocupación en el mundo
porque se nos pueda agotar la energía?
El
mundo no carece de energía, de lo que carecemos es del conocimiento necesario
para dominarla y convertirla para nuestras necesidades.
La cantidad de energía
almacenada en todos los combustibles fósiles de la Tierra es insignificante si
se compara con la cantidad que cada día dispensa el Sol, y de forma gratuita.
Solo una minúscula proporción de la energía del Sol alcanza la Tierra pero
supera 3.766.800 exajulios de
energía cada año (un julio es una unidad de energía que equivale a la energía
que gastamos cuando levantamos una manzana pequeña a un metro de altura. Un exajulio es un trillón de julios).
Todas
las plantas de la Tierra captan únicamente unos 3.000 exajulios solares mediante la fotosíntesis.
Todas las actividades e industrias humanas juntas, consumen alrededor de 500 exajulios anuales, que equivalen a la
cantidad de energía que la Tierra recibe del Sol en solo 90 minutos. Además,
estamos rodeados por otras enormes fuentes de energía, como la energía nuclear y la gravitatoria, esta última es más
evidente en la potencia de las mareas oceánicas causadas por la atracción de la
Luna sobre la Tierra.
En
realidad, estamos viviendo junto a un enorme océano de energía que contiene
billones y billones de exajulios de
energía potencial. Todo lo que tenemos que hacer es inventar mejores bombas
para extraerla y aprovecharla.
¿LOS HOMBRES CONTRA EL MUNDO?
En
la actualidad, los continentes de la Tierra son el hogar de más de 7.000 millones
de sapiens. Si se pusiera a toda esta gente en una balanza, su masa combinada
sería de unos 300 millones de toneladas. Si a continuación se cogieran a todos
nuestros animales domésticos (vacas, cerdos, ovejas y gallinas) y se pusieran
en una balanza todavía mayor, su masa supondría del orden de 700 millones de
toneladas. En contraste, la masa combinada de todos los grandes animales
salvajes que sobreviven (desde puercoespines y pájaros bobos a elefantes y
ballenas) no llega a los 100 millones de toneladas.
Los
libros de nuestros hijos, nuestra iconografía y nuestras pantallas de
televisión están todavía llenas de jirafas, lobos y chimpancés, pero en el
mundo real quedan muy pocos. En el mundo hay unas 80.000 jirafas, frente a los
1.500 millones de ganado vacuno; solo 200.000 lobos, frente a los 400 millones
de perros domésticos; solo 250.000 chimpancés, frente a los miles de millones
de humanos.
Según
Yuval Noah Harare, la humanidad se
ha apoderado del mundo, en su beneficio. En el futuro, escasez de recursos no
habrá para el hombre, pero el temor a la degradación ecológica está más que
fundamentado y si todo sigue igual, la destrucción de lo que aún queda del
hábitat natural, llevará a la extinción de la mayoría de las demás especies.
¿DESTRUIRÁ EL PROGRESO A LA NATURALEZA?
Esta
degradación del hábitat natural que el hombre está originando, no lo llevará a
su destrucción, sólo al cambio. La naturaleza no puede ser destruida. Hace 65
millones de años, un asteroide aniquiló a los dinosaurios, pero al hacerlo
abrió el camino para el progreso de los mamíferos. Hoy en día, la humanidad
está llevando a muchas especies a la extinción y puede llevar a aniquilarse a
sí misma. Pero hay otros organismos a los que esta situación les va muy bien.
Las ratas y las cucarachas, por ejemplo, están en su apogeo. Probablemente
estos tenaces animales saldrían de entre las ruinas humeantes de una catástrofe
nuclear, dispuestas a difundir su ADN y capaces de hacerlo. Quizás dentro de 65
millones de años, unas ratas inteligentes contemplarán agradecidas la
destrucción que la humanidad provocó, igual que nosotros podemos dar las
gracias a aquel asteroide que acabó con los dinosaurios.
Pero
a pesar de tan malos augurios, el profesor Yuval
Noah Harare, afirma lo siguiente:[Los rumores de nuestra propia extinción
son prematuros.].
¡Menos mal! Eso nos salva… Por ahora.
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