Colaboración de D. Ramiro Aguilera Vaquero
Yuval Noah
Harare,
profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, tras doctorarse en
la Universidad de Oxford, en su obra titulada “SAPIENS. De animales a dioses”, afirma lo siguiente:
[Los últimos 500 años han sido testigos de
un crecimiento vertiginoso y sin precedentes del poder humano. Imaginemos que
un campesino español se hubiera quedado dormido el año 1000 d.C. y se hubiera
despertado 500 años después debido al estrépito producido por los marineros de
Colón cuando subían a bordo de la Niña, la Pinta y la Santa María. El mundo en
el que se había despertado le hubiera parecido bastante familiar. A pesar de los
muchos cambios habidos en tecnología, costumbres y fronteras políticas, este
hombre medieval se habría sentido como en casa. Pero si uno de los marineros de
Colón hubiera caído en un sopor similar y se hubiera despertado al sentir la
señal de llamada de un iPhone del siglo XXI, se habría sentido en un mundo
extraño más allá de toda compresión y podría haberse preguntado:
- ¿Acaso esto
es el cielo? ¿O quizá el infierno?].
En
Bélgica, a la mañana siguiente de la
batalla de Waterloo (1815), junto a los hospitales de campaña, podían verse
montones de manos y piernas serrados. En aquellos tiempos a los carpinteros y
carniceros que se alistaban en el ejército, se les solía destinar a servir en
el cuerpo médico, porque la cirugía requería poca cosa más que saberse manejar
con cuchillos y sierras. Antes de la llegada del cloroformo (mediados del siglo
XIX), cuatro soldados tenían que sujetar a su camarada herido mientras el
doctor serraba el miembro dañado. Los mejores médicos no sabían cómo evitar la
infección y ante cualquier herida en las extremidades, aunque fuera leve, para
evitar la gangrena, cortaban de manera rutinaria las manos o las piernas.
Hoy,
con los adelantos habidos hasta la fecha, la esperanza de vida en todo el
mundo, ha pasado de los 25-40 años a los 67, y en el mundo desarrollado, a los
80.
El
“proyecto Gilgamesh” pretende
conseguir la inmortalidad del hombre. Algunos científicos sugieren que hacia
2050, algunos humanos se convertirán en amortales, no inmortales (porque
todavía podrían morir de algún accidente), sino amortales, que significa que,
en ausencia de un trauma fatal, su vida podría extenderse indefinidamente.
Todo
esto lo afirma Yuval Noah Harare. Y
me pregunto yo:
-
¿Las suegras también podrían acogerse a
ese proyecto? ¡Aviados estamos!
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