Colaboración de Paco Pérez
Capítulo VI
LAS MORCILLAS
Era
enero y, dos comadres, María “Chiringona” y Rosa “Chicorra”,
salieron muy de mañana a barrer las aceras de sus casas y la calle. En unos minutos
terminaron apoyadas en sus escobas y dándole a la sin hueso. Durante el tiempo
que estuvieron en animada charla hablaron de todo, de todos y de ellas mismas.
Estaban en esta última etapa del debate matinal y Rosa le comentó a María que
habían hecho unas pocas morcillas y que las tenía colgadas en la cocina para
que se fueran secando.
Rosa
entró en casa, al momento salió con un cántaro y le comentó a María, que aún
seguía en la calle dándole a la escoba:
-
Voy a la fuente, dejo la puerta abierta y regreso pronto. Tú vigilas la casa.
–
Márchate tranquila que me queda un poco.
Cuando
regresó entró en la cocina, colocó el cántaro en la cantarera y, al pasar por
las morcillas descubrió que faltaban cuatro.
Inmediatamente
pensó que había sido su comadre y, como María seguía en la calle con las
labores de limpieza, Rosa cogió un trapo y se puso a limpiar el polvo de los
ventanales. Mientras estaba en esa labor comenzó a cantar esta canción
improvisada para la ocasión:
Este
es el baile de las “seguirillas”,
se
baila con los brazos abiertos,
con
cariño se lo canto a mi comadre
para
que, si puede, lo baile
y
se le caigan las morcillas.
María
no se dio por aludida y, para demostrárselo también se puso a cantar, como
respuesta a Rosa:
Este
es el baile de la “cucamaña”,
se
baila con los brazos apegados al cuerpo
y
cada una lo baila como mejor se las apaña.
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