Colaboración de Paco Pérez
Jesús siempre planteaba sus temas con la
total crudeza que requería el asunto y sin ejercer presiones sobre los que le
escuchaban, después tenían que decidir sobre el camino que debían seguir. Él no
planteaba opciones dubitativas que permitieran a su auditorio hacer
interpretaciones equivocadas de sus palabras, esa es la explicación razonable
que encuentro para el hecho de que algunos consideraran que era muy duro su
seguimiento y que entonces se retiraran cabizbajos. En nuestros días nos ocurre
igual aunque las circunstancias sean diferentes.
Hay una diferencia sustancial entre Jesús y
quienes intentan guiar hoy nuestros pasos espirituales. Éstos prefieren las
medias tintas debido a que saben que el auditorio, en su mayoría, no está
convencido del mensaje y le dé la espalda; por eso estamos estancados en un
seguimiento poco o nada comprometido con el mensaje de la cruz.
Sus palabras siempre iban en línea recta, las
presentaba entendibles para que comprendieran las circunstancias personales o
colectivas del momento y las acompañaba de ejemplos tomados de la vida social y
de su entorno. Lo que no hizo fue cambiar el formato. Ahora no es así y por
ello se cambian las formas del culto, los principios rígidos y duros que nos
dejó pasan a ser tratados con tibieza, afirmaciones mantenidas durante mucho
tiempo sobre lo desconocido ahora son desmentidas por inexistentes, las
tradiciones son el fundamento de la fe y el prójimo no ocupa el centro de
nuestra vida cristiana… ¿No sería mejor
aplicar la radicalidad que nos enseñó Jesús, y que hoy se nos recuerda, para
que abandonemos lo que todos sabemos que Él no nos propuso?
Anoche nuestro párroco habló sobre el tema,
nos dejó una reflexión interesante y hoy voy a tratar de endilgarla de la mejor
manera posible:
- Si
nos encontráramos con Jesús… ¿Qué le
diríamos sobre nuestro comportamiento cristiano?
Es cierto que la transmisión del mensaje a
través del tiempo, cuando es por vía oral y no escrita, sufre desviaciones por
parte de los transmisores y de quienes los escuchan pero creo que no hay
justificación para lo que hacemos porque considero que después de Jesús el
alumbramiento del mensaje alcanzó su punto culminante y, como a todo bebé, lo
que hay que hacer es cuidarlo y facilitarle su desarrollo para que alcancé la
madurez y que sea una persona equilibrada... ¿La Iglesia en su conjunto, clérigos y laicos, ha seguido esa línea después
de Jesús?
Creo que no. Lo afirmo porque considero que
nuestro gran fallo está en las prisas cuando Dios, en la infinitud del tiempo y
de su grandeza (los científicos afirman
que la Tierra tiene una antigüedad de 4.543 millones de años) siempre debió
de mostrarse a los seres creados… ¿Cómo?
Si somos medianamente inteligentes deberemos
de entender que su método de enseñanza debió de evolucionar a medida que lo
hacía la mente del hombre y que su desarrollo debió de alcanzar el punto
culminante con Jesús. Él hizo su labor y dejó en nuestras manos el desarrollo
de su proyecto para caminar hacia el Reino de Dios… ¿Qué pruebas tengo para afirmarlo?
He dicho en más de una ocasión que muchos
cristianos ningunean los contenidos del AT porque proclaman que tienen
suficiente con los del NT y esa postura creo que es un error grave que han
adquirido porque la Iglesia no se ha preocupado de poner como obligatorio el
conocer a fondo nuestros libros sagrados antes
de ser BAUTIZADOS. Aquí me quedo y que cada cual saque sus conclusiones.
Pues bien, en la primera lectura de hoy
podemos comprobar que los problemas del hombre en sus relaciones con Dios
siempre existieron, esta lectura es del AT y nos confirma su validez y el error
de esta parte de la cristiandad.
Los hombres
normales se atreven con todo. Por este planteamiento, a veces, si tienen
que acusar a Dios en el contexto del
tema que los ocupa lo hacen convencidos de que sus opiniones son ciertas, se
manifiestan hacía Él en una línea exigente y después se quedan muy tranquilos. Otros,
conscientes de su ignorancia, aceptan los hechos con naturalidad y ponen en sus
manos los hechos que les ocurren.
Los hombres
de ciencia están, sobre el resto, en un nivel muy superior y por ello se
subieron tan altos en la parra del saber que, algunos, en el tema de Dios tienen
también un comportamiento desafiante. Hay otros a los que su conocimiento
científico les ha servido para comprender que mientras más saben en el campo de
la ciencia más se dan cuenta de que no saben nada de Dios pues la grandeza de
su obra creadora así se lo indica.
Ahora la PRUEBA de que esta problemática no
es de nuestros días, es de siempre. En estos versículos del texto de la primera lectura se nos dice:
- [¿Qué
hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere?]
– [Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo
encontramos lo que está a mano: pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo?
¿Quién conocerá tu designio, si Tú no le das sabiduría,
enviando tu santo espíritu desde el cielo?]
Como prueba de la grandeza de Dios os propongo
el recuerdo de aquella escena en la que David vence al gigante Goliat con una
honda de pastor. Ante ella sólo nos queda elegir… ¿Fue obra de su grandeza y para que comprendiéramos que Él no necesita
de los dotados para conseguir lo que pretende o fruto de la casualidad?
Hoy también nos habla Pablo del perdón, una práctica que todo cristiano
debe poner en marcha a diario… ¿Lo
hacemos?
Finalmente debemos de meditar mucho, para
intentar mejorar nuestra actitud, sobre el mensaje de que el seguimiento de Jesús implica renunciar a muchas cosas que nos
dan estabilidad y seguridad en la vida y, también, que la
persona debe aceptarse, tal cual es, tomar su cruz y llevarla a diario en su
seguimiento.
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