Colaboración de Paco Pérez
Él SE COMPADECÍA Y LOS CURABA
La
cultura de un lugar determina la religiosidad de sus habitantes. En Galilea, la
enfermedad no se entendía como lo enseñó Jesús y como ahora lo vemos. Entonces,
guiados por el texto del Levítico 13,45-46: [Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su
cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo, inmundo!
Todo el tiempo
que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo;
fuera del campamento será su morada.].
La
interpretación literal del texto religioso se convirtió en cultura popular, no
se reflexionó bien y ello generó a los enfermos una situación de injusticia social,
porque los condenó a vivir en la calle de manera indigente. No fueron justos en
aquellos tiempos porque catalogaron a todas las personas con afecciones en la
piel como enfermas de lepra y no les concedieron la posibilidad de que no lo fueran
o que pudieran recuperarse. Con esta consideración les hubieran permitido su inserción
posterior en la sociedad, una vez normalizados.
La
mala interpretación del texto y el poco conocimiento que entonces había de las
enfermedades ocasionaba que esas desgracias personales no fueran atendidas.
Cuando
Jesús entraba en un pueblo ellos
acudían a Él, se compadecía de ellos, se acercaba a quienes padecían las dolencias
y los curaba: ciegos, paralíticos, sordomudos, enfermos de la piel,
desquiciados… No le importaba que algunos fueran enfermos tachados de incurables
y que por su desgracia eran rechazados, al contrario, como sabía que no podían
ganarse el sustento por las prohibiciones de la cultura que los rechazaba Él no
los abandonaba.
Los
enfermos tenían que soportar: El peso
y el dolor de su problema físico, la humillación moral que sentían cuando eran despreciados
y el tener que vivir apartados de todos.
Trataban
así a los enfermos porque, según su
cultura religiosa, Dios concede
la salud y la enfermedad, también la vida
y la muerte. Por este
planteamiento consideraban que los enfermos
habían sido abandonados por Dios,
un desconocimiento grande
sobre
cómo actúa y que hoy se sigue creyendo por muchas personas cuando les ocurre
algo. Como pensaban así pues se sentían confundidos y entonces se preguntaban… ¿Por qué no nos trata Dios como a los demás?
Como
el hombre no puede conocer los misterios de Dios aquella sociedad oscurantista optó,
como mal menor, por impedir a los enfermos que tuvieran una convivencia religiosa y social normalizada pues, al ser
considerados como “impuros”,
trataban de impedir así que pudieran contaminar a quienes pertenecían al pueblo santo que Dios había elegido.
¿Pudieron
sentirse aquellos enfermos abandonados por Dios y por los hombres?
Una
cosa es sentirse abandonados, sobre todo cuando sufrimos alguna desgracia y
otra, bien diferente, es que el Padre
actúe así con sus hijos. La prueba
de que no nos puede abandonar está en que Jesús,
su Hijo, atendía a este grupo humano
los primeros cuando se acercaban y tocaba a los que nadie tocaba, así se ganó
su confianza y respeto… ¿Por qué?
Porque
los trató como lo que realmente eran… ¡Sus
HERMANOS!
Si
nos acostumbramos a regirnos por el principio de “los hechos probados” entonces la mejor prueba de que transitamos
por el camino de la verdad estará en
aplicar la metodología con la que Jesús hacía, de manera extraordinaria, la curación de los enfermos… ¿Tenían dudas de su poder? Tal vez sí
pero, a pesar de esa posible realidad, Él
lo hacía: [Por amor a los hombres y para
que a estos les resultara más fácil comprender el mensaje de que Dios está
siempre con los que sufren la marginación.].
El
relato de la curación del general sirio Naamán
es un ejemplo de leproso que vivía en un lugar donde había una cultura
diferente a la judía sobre esta enfermedad. Éste vivía entre los suyos, tenía
trato con su rey y con los esclavos. Por eta última razón una le habló de que
visitara al profeta Eliseo, él le
prescribió la solución para su enfermedad y el final feliz de su lepra le hizo
abrazar a Dios.
Si
tomamos este relato como referencia y leemos 2 REYES 5 podremos comprobar que en todas las culturas no se
trataba a los enfermos de la piel igual.
Según
San Pablo, con Jesús nació el nuevo modelo de religión, a él nos debemos enganchar,
como si estuviéramos encadenados, pero no hay mensaje más libre que el que nos
enseñó Él y por eso debemos seguirlo
sin dudas.
Una
vez más la FE es el elemento necesario para que las peticiones de ayuda se
conviertan en actuaciones milagrosas. Lo es porque si no tenemos ese don,
cuando recibimos el favor nos olvidamos de lo que se nos ha concedido y no
somos capaces de dar las gracias al Padre.
Queda
claro, además, que Dios nos quiere a todos por igual y por eso Jesús no reparó
en la religiosidad o nacionalidad de los enfermos, los curó y ya está. Pero
ellos demostraron que no tenían fe en Dios y que no conocían lo que es agradecer
el bien recibido.
REFLEXIONES FINALES
1.-
Dios nos ofrece el regalo del Reino y con Jesús nos anticipó un poco de lo que
podemos alcanzar.
2.-
La sociedad está muy enferma, lo que le afecta es muy grave, necesita curarse
para entrar en el Reino y para ello tendrá que poner en marcha cambios
radicales.
3.-
Tendremos FE si tenemos la plena seguridad de recibir aquello que le pedimos.
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