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sábado, 19 de noviembre de 2016

EL REINO, LA VIDA Y LA CRUZ NECESITAN SER ENTENDIDOS AÚN

Colaboración de Paco Pérez
LOS PASTORES DEBEN GUIARNOS A SU COMPRENSIÓN
Jesús les habló del Reino y en nuestros días seguimos recibiendo ese mensaje por los clérigos o leyendo la Biblia pero… ¿Tenemos claro si Él se refería a un lugar y, si era así, en dónde estaba ubicado? ¿Podría haberse referido, en vez de a un lugar, a una forma concreta de enfocar nuestras relaciones con las personas de nuestro entorno?

Este mensaje del Reino se ha entendido por mucha gente como una referencia al “más allá” pero, según los entendidos, el Reino está todos los días en nuestro entorno y es la realidad que la vida nos presenta a diario: Levantar al vecino si se cae, dar comida al que tiene hambre, cuidar a nuestros mayores, no fastidiar a otros con acciones dañinas, dejar la lengua en reposo… Cuando lo entendemos bien actuamos así y nuestro espíritu se siente liberado y gratificado.
Esta interpretación no fue entendida por los escribas y fariseos y, como consecuencia de ello, no estuvieron dispuestos a aceptar su mensaje aunque se lo mostraba a diario cuando curaba a los enfermos, expulsaba los demonios o enseñaba las “Bienaventuranzas”. En la Biblia están estas huellas de su predicación y que con ellas fue como nos enseñó la relación que hay entre el Reino y la vida. Lo expuesto está en Mt 4, 23: [Y recorría toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia en el pueblo.].
Jesús quiere que luchemos por defender los principios fundamentales de la vida y que intentemos disminuir los padecimientos de quienes sufren en ella pues, haciendo así las cosas, sí estaremos caminando ya en el Reino. Este deseo quedó desarrollado en las “Bienaventuranzas”, en ellas dejó claro que nos debe preocupar la salud y la dignidad de los enfermos y endemoniados pero que también debemos actuar para cambiar las situaciones de pobreza, hambre y sufrimiento que afectan a muchísimas personas.
Estas realidades que ahora están muy presentes en nuestra sociedad ya las denunció Jesús en ese sermón pero, dos mil años después, la sociedad y las religiones no han logrado encontrar la respuesta adecuada y eso es señal de que todos debemos tener nuestra cuota de culpa… ¿O no somos capaces de reconocerlo?
Los cristianos pasamos de puntillas sobre el mensaje de las “Bienaventuranzas” porque implica nuestro compromiso en todo y como no lo hacemos, para que no nos duela la “Conciencia”, lo maquillamos recurriendo a prácticas virtuosas: Ser humildes, renunciar al mundo y al pecado, perseverar en la oración, cultivar la fe… Con ellas hemos convertido las “Bienaventuranzas” en “virtudes”, el “mensaje del Reino” lo hemos reducido y con “nuestras acciones maquilladoras” hemos perdido la fuerza que se necesita para conseguir la transformación del comportamiento viciado de los hombres en los campos social y religioso.
Los cristianos, actuando así, caemos en la tentación de contentar la conciencia y adormecemos la responsabilidad que nos empujaría a intentar acabar, o mitigar en la medida de nuestras posibilidades, el hambre y el sufrimiento de quienes tienen estos padecimientos en nuestro entorno.
Es importante entender que el “Reino de Dios” empieza en la familia, continua en el entorno del lugar donde vivimos… Con este comportamiento estaremos procurando vivir la vida en plenitud cuando ayudemos a los que la tienen disminuida, amenazada o insegura por vivir con problemas. También, procuraremos generar un clima de respeto donde nadie sea humillado o despreciado por llevar sobre sobre su espíritu la “CRUZ” de sus limitaciones.
Las personas siempre se plantean muchas cuestiones sobre el Reino de Dios pero hay una en la que coincidimos muchos: [Un lugar ideal en el que deseamos estar y que alcanzarlo en el futuro será un logro que nos dará un grado elevado de felicidad.].
Por este deseo, cuando Jesús les anunció que ya llegaba el Reino, los hombres  sencillos se entusiasmaron porque Él se lo mostró de manera entendible, es decir, como algo que sería compartido por todas las personas en una “nueva vida” donde la libertad, el gozo y la alegría serían regaladas a todos por igual, sin diferenciaciones.
Este ideal de vida es el Reino que Él les anunció y, como es lógico, no coincidía con el que le anunciaron los dirigentes religiosos de su tiempo y eso acarreó a Jesús que lo consideraran un enemigo y lo trataran como a un delincuente… ¿Se comprende ahora por qué lo mataron junto a dos ladrones?
Crucificarlo fue un acto lamentable que se lo generó la no aceptación de su VERDAD por parte de las autoridades y del pueblo judío… ¡¡¡Este fue el delito que lo llevó a la MUERTE en la CRUZ!!!
Esta forma de morir sólo se aplicaba para ciertos reos y era la más injusta que entonces se usaba para castigar a quienes eran encontrados culpables… ¿Él fue culpable de algo?
De predicar como no les interesaba a ellos, era otra forma diferente de entender la vida, y por eso los hombres de su tiempo no comprendieron la misión que debía cumplir cuando se encarnó: que viviera como un hombre sencillo, que realizara prodigios y que todo lo hiciera para salvarnos.
Con este sumario lo condenaron y crucificaron junto a dos culpables. En el sufrimiento de la “cruz” tuvo la satisfacción de que uno de ellos fue el único que lo reconoció y proclamó como “Hijo de Dios”.
Este “culpable bueno” le pidió su ayuda para después de la muerte y lo escuchó… ¿Por qué?
Porque supo reconocer ante Él que era un pecador… ¿Reconocemos con humildad nuestros pecados diarios ante Jesús? Él, con su misericordia infinita, lo perdonó y, con su muerte, lo redimió.
¿Lo hemos entendido nosotros en su justa dimensión o estamos peor que cuando recorría Él los pueblos para enseñarles el Reino?
Sospecho que no lo tenemos nada claro todavía y esta corazonada me viene porque cuando nos visita algún problema hacemos toda clase de peticiones a las imágenes pero no actuamos como el “ladrón bueno”, reconociéndolo y pidiéndole su ayuda.  
Dios, con el nombramiento de David como rey de Israel, nos enseña cosas muy interesantes. Él no necesita de hombres con grandes cualidades para conseguir su objetivo pues con que sean justos y honrados le basta. El ejemplo está en David, era de profesión pastor y lo escogió para ser rey de su pueblo. Eligió a un pastor porque es una profesión en la que se necesita tener un cuidado especial con los animales. Él nos viene a decir así que también debemos tenerlo con las personas… ¿Lo tienen nuestros dirigentes con los ciudadanos?
El pastor tiene que estar pendiente de su rebaño siempre y, por desgracia, nuestros dirigentes sólo se acuerdan de nosotros cuando hay elecciones. Estos ejemplos nos enseñan que quienes mandan tienen que ser justos siempre… ¡¡¡Los pastores sí buscan comida para todo el rebaño pero los políticos nos están enseñando que no!!!
David también le falló cuando el poder le hizo olvidarse de Él y así tomó decisiones equivocadas y graves, fue perdonado pero pagó por ellas un alto precio.
REFLEXIONES FINALES
1.- Los soldados le ofrecieron vinagre… ¿Qué le ofrecemos nosotros a diario?
2.- Debemos comportarnos bien para que, cuando nos llegue la hora, estemos junto al delincuente bueno.
3.- Jesús no falló a los hombres, era INOCENTE cuando le hicieron sufrir, ellos cometieron una INJUSTICIA y, a pesar de ellos, nos PERDONÓ y nos SALVÓ.


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